Youkali es el país de nuestros deseos, Youkali es el placer, es la bondad, Youkali es la tierra de los sueños cumplidos… Pero es un engaño, una mentira, No existe ningún Youkali.” -R. Fernay/K.Weill.
Malafacha desde Mexico nos envia su mas reciente colección. El fin de la infancia. El fin de la inocencia. Los sueños rotos. La verdad… la vida desnuda, sin velos, ni adornos, ni maquillajes. La belleza… cruda, despiadada, cruel, carnal.
Todo es cambio, movimiento, un continuo flujo y un continuo camino sin descanso. Lo que hoy nos parece cierto mañana será la más despreciable de las mentiras. Cuando somos niños todo parece cierto, nada es imposible y al final del camino imaginamos entre risas y juegos que la vida será perfecta (no puede ser de otro modo… no?) el escenario ideal, con las personas ideales… hasta qué la vida, la realidad nos da la cara frente a frente… un rostro duro, bello, pero implacable. Es ahí, justo en ese momento, que oímos el crujido dentro de nosotros, un frío nos recorre, ese olor a flores se diluye, las risas se oyen más lejanas y dentro de ti sabes que se van… se van para no volver.
Es donde aprendemos que los sueños, si no se construyen y no se lucha por ellos son en vano, no sirven de nada, son engaño, ensoñación ilógica, que la vida es bella con todos sus ángulos y que estamos aquí para aprender y crecer y mirar la vida desnuda, con sus imperfecciones reales que es donde reside la belleza real. Pero aún asumiendo y aceptando esto, aún tenemos la ventaja de que una noche cada tantas, pidamos sumergirnos, justo en el momento entre el sueño y la conciencia, en un viaje que nos lleve de regreso a ese lugar, el lugar de los recuerdos, de nuestros seres queridos, el olor a pan y flores, a hierba recién mojada y lino… el lugar donde los sueños son lo único que importa, lo demás no existe.
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