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l año 2018 cerró con cifras interesantes en cuanto al sistema moda y su relación con la economía nacional, con datos tan contundentes como que, a nivel comercial, el entretenimiento se llevó un porcentaje importante en la lista de lo que más consumen los colombianos, incluso llevándose parte de cifras que históricamente han pertenecido a la industria del vestuario o que la incidencia de los centros comerciales han bajado para darle cabida a formas de compra como el comercio en línea, las ventas por catálogo y en zonas comerciales, comúnmente conocidos como “San Andresitos”. Todo un reto que lleva a una reflexión obligada: el de la innovación y renovación, de cara a las nuevas generaciones.Así lo afirma Camilo Herrera, fundador de RADDAR y experto en la comprensión estratégica del consumidor, quien por varias ediciones de Colombiatex, se ha dedicado a presentar información que sirve, además de medidor de la actualidad, como una oportunidad para entender la industria de la moda enfrentada a las tendencias del mercado.
Una de las variables más importantes para entender el comportamiento de 2018, es la postura de desconfianza del consumidor frente a modelos tradicionales de venta, llevando esto a una necesidad básica de innovación frente a las marcas, partiendo de la premisa de que “el cliente no siempre tiene la razón y nos necesita”.
Siguiendo este orden de ideas, Camilo Herrera asegura que “el crecimiento del gasto de los hogares en 2018 fue positivo, logrando acercarse al promedio histórico y mejorando el gasto per cápita y rompiendo la tendencia de congelamiento”, que se había mantenido desde 2015.
¿Qué pasa entonces con la disminución en cuanto a incidencia de la moda? Si bien, en la actualidad, la acción de comprar ropa en cantidades se ha mantenido, en especial en pronta moda, sin embargo, se han cambiado los modelos de ventas y mercadeo, con herramientas que simplifican el proceso de compra, tales como Instagram Shopping, la cual por medio de un sistema de etiquetas, permite acceder de manera fácil a información de precios y a un eventual proceso de compra en tiendas en línea; también lo son las ventas por catálogo y la incidencia de lugares comerciales como San Victorino en Bogotá y El Hueco en Medellín.
“el cliente no siempre tiene la razón y nos necesita”.
Un comportamiento que afecta en gran medida a los centros comerciales, los cuales “vienen registrando un crecimiento moderado respecto a las cifras del año anterior” y con las ciudades principales de Colombia, todas registrando una disminución acumulada, en promedio del 4%, con la excepción de la ciudad de Bucaramanga, la cual registró los mejores comportamiento durante los 12 meses del año pasado.
Restos para el sistema moda
Uno de los grandes retos para el presente año, que Camilo Herrera considera de gran importancia, es crear estrategias dentro de las marcas de moda que logren educar al consumidor y elevarlo a la escala de aprendiz a experto; en 2018, el 88% de los compradores cayeron en la categoría de conocedores, un público que conoce sus gustos a la perfección y que por esto, realiza decisiones de compra donde se sopesa más que todo el equilibrio entre funcionalidad y precio; el nivel de experto, por su parte, también tiene en cuenta, temas como la calidad, la unicidad y el origen del producto.
La educación al consumidor es entonces uno de los principales retos, dejando atrás la idea de que el cliente siempre tiene la razón y empezando a profundizar en el concepto de que el cliente necesita a las marcas y requieren de un acompañamiento constante. Así se evidencia en un rápido recorrido histórico, en el cual el inicio del siglo XX, se conoció como la era de la producción, siguiendo hasta la década de 1960, cuando empezó la era de la distribución, en un camino que llegó a la de la información en 1990. ¿En cuál estamos en el momento y desde 2010? En una nueva era: la del consumidor.
Una reflexión valiosa que aunque se aplica a todos los sectores industriales, hace mella en el sistema moda, con el entretenimiento convirtiéndose en un peso pesado a la hora de tomar una decisión de compra, gracias a una simplificación que alcanza niveles tan sofisticados, como presenciar desde casa un estreno mundial de una película o escuchar música a la carta.Y por supuesto, la existencia de tiendas físicas y en línea son necesarias, pero se requiere de un trabajo que hable directamente con el consumidor final, despojándose de viejos trucos de magia y sobre todo, desaprender, con el fin de restaurar su confianza y su deseo de creer en las marcas.
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