Post introductorio sobre la subcultura fashion japonesa a través de un recorrido visual por el SOFA 2012 (Salón del Ocio y la Fantasía)
Quizá para las mayorías, la palabra friki[1] sea asociada a los personajes de The Big Bang Theory. Pero mas allá de las apariencias y estereotipos, en el SOFA (Salón del Ocio y la Fantasía 2012), encontré un lugar donde la moda de Oriente y Occidente se transformaba y se reinterpretaba, a través de no solo corrientes ya conocidas como el punk, o el grunge. El street fashion japonés[2] y expresiones nacidas de una cultura cuyas expresiones de fantasía son toda una industria y un arte[3], cobraban vida en cada uno de los atuendos de los asistentes.
Cobrar vida a través del performance. Ser otro, proyectar una postura que va de acuerdo con las creencias personales a través de la importancia de la elaboración del traje. Y sobre todo, ser visto y reconocido por los otros como tu personaje. Todo eso tienen en común las dos expresiones de la subcultura fashion japonesa más reconocidas en el país, las Lolitas[4] y los Cosplayers[5]. Lo fantasioso, lo histórico, lo político hacen parte del ser otro, y del hecho de jugar a serlo.
El es yo : cosplayers
Un cosplayer, a primera vista, caracteriza a un personaje de manga o anime que tiene cierta recordación en la cultura popular. Esto se hace extensivo en Occidente a personajes de cómic y a personajes de sagas fantásticas.
Sailor Moon, el Capitán América, Frodo, Luke Skywalker. Personajes que tienen incidencia en la cultura popular, y que con sus historias han hecho del cosplay todo un estilo de vida. El cosplayer (costume player) juega un rol, a ser un personaje que se identifica en el juego de miradas que representa el traje. Ivon Saldaña, cosplayer amateur , expresa su afición como una forma de creatividad “Este me permite expresar cuanto me gusta el anime y cuanto disfruto de ello. Me permite ser original y canalizar mi creatividad. Soy una fan representando lo que me gusta, y me divierte saber que mi trabajo sorprende y gusta, además”.
El cosplayer está hecho para ser visto, admirado dentro de su personaje. Ser reconocida como Wonder Woman por otros que conocen a Wonder Woman es el rol a jugar, en últimas, por el cosplayer. Reconocimiento por sus iguales, y por los que no lo son. El traje y su elaboración, entre más su detallismo y el seguimiento riguroso de los cánones del personaje , son una gran parte de lo que significa ser… cosplayer. El traje te hace mientras tu lo hagas tal y como en última instancia, te haga ser igual a ese personaje. Tal y como lo expresa Nicole Lamerich en su artículo Stranger Than Fiction: Fan Identity in Cosplay Culture “El cosplayer se apropia de su identidad a través de lo narrativo. El cosplay es una imitación, basada en la ficción que los sujetos enaltecen. Entre la realidad y la ficción, en los contextos donde la imaginación tiene cabida, los sujetos experimentan quienes son” Y en el cosplay, experimentar, o ceñirse a las reglas, es lo que mas importa. El traje visto desde la mirada de Walter Benjamin es en ultimo fin, su función.[6]
Por eso las grandes convenciones y los shows de pasarela mueven a millones de cosplayers, amateurs y profesionales[7] de todo el mundo, cada año, a reunirse y a reconocerse entre sí. Por eso pululan páginas como Cosplay.com, para crear cosplays al estilo DIY, y hay negocios con rotundo éxito (Amateratsu en Colombia), donde se vende una identidad.
El cosplay, desde sus inicios en los años 80, se ha caracterizado a nivel mundial por jugar a ser, mas no a establecer una postura política externa. Es decir, en Japón va en contra de una estandarización producto de una cultura exigente y en apariencia uniformada, que enfoca al sujeto a la obtención de logros como único objetivo.[8]
Lolitas, muñecas y niñas.
Una de las cosas que no dejaron de impresionarme en el SOFA, fueron las maids[9] de Kurenai Maid Café, quizás el restaurante mas conocido de maids en Colombia (quizás el primero en su género). Camareras vestidas con lazos, cintas, encajes, llevando Onigiri[10] y té helado, limpiando mesas (como en cualquier local), y con una actitud distinta a la de cualquier mesera colombiana. Voces suaves, agudas. Sonrisas de niña. Mujeres siendo niñas, niñas estáticas y perfectas. Inocencia recargada, quizás, pero en un universo infantil de belleza inmutable y delicada. Tal y como las Lolitas, un espécimen ya muy conocido en el Distrito Harakuju de Tokio[11].
Las Lolitas merecerían todo un post[12], gracias a su historia, sus vertientes, sus productos comerciales y editoriales que han tenido éxito rotundo a nivel mundial. Pero por ahora, y adentrándonos en la introducción con las maids, las Lolitas son el epítome de la perfección embocada en principio, en un proceso de emancipación feminista. Es decir, no solo emanciparse como una mujer sumisa y uniformada, sino también ante una mujer sexualizada, debido a la influencia occidental.
El término “Lolita” podría sonar paradójico cuando en Occidente la novela de Vladimir Nabokov le dio un concepto totalmente distinto a un término que en Japón se asocia a la inocencia, la aristocracia (entendida esta como el seguimiento de elementos del Rococó, la Época Victoriana y Eduardiana). Como se explica en el blog Together with Japan “La de Nabokov es una niña vistiéndose como una mujer. Las japonesas son mujeres vestidas de niñas”. Niñas que buscan la perfección en su propio barroquismo, en su imperturbabilidad de muñecas.
Son ellas mismas, pero proyectadas en otra. En un performance diferenciador de la moda y sus pequeñas dictaduras, también dispuesto al juego de miradas que en principio va para sí mismas, pero que claramente expresa una estética que en este lado del oceano pasa por poco comprendida “Para quienes no conocen el movimiento, esto es visto com un disfraz. Yo personalmente me veo normal, con los gustos de cualquiera. Es parte de nuestra estética”, afirma Nisi Satouri, lolita colombiana. Porque algunas de las vertientes de las Lolitas, como la guro[13], asocian todo lo kawaii[14], lo lindo y lo tierno, con elementos terroríficos y gráficos. La destrucción de la belleza, lo creepy, es lo que buscan representar.
Sin embargo, elementos como lo creepy y lo kawaii como forma de emancipación de las Lolitas no dejan de ser paradójicos ante su propio performance de, de nuevo, ser la muñeca perfecta, silenciosa, tierna, de voz aguda y aniñada. Chocante para cualquier mujer occidental acostumbrada en el último siglo a tener una voz, a librarse del corsé y hacer cosas de hombres sin perder “su esencia” (cuestionable, pero es otra historia).
Chocante,porque en una muñeca perfecta solo puede ver sumisión, así sea un asunto cultural ” Creo que se debe en gran parte a algo a las características de la mujer japonesa como tal, el tono de voz, la estatura, todo esto genera una apreciación de la belleza diferente para cada raza. Es algo natural en ellas, y es lo que se considera en parte bello allá, es por eso que al ser conceptos que se originan en Japón esas características vienen a ser parte esencial de la estética como tal, y en muchas ocasiones explotado. Los japoneses tienen un fetiche con esa mujer que ya no es niña pero luce como tal, es dulce, su voz es aguda, etc. es un juego de todo eso.”, afirma Nisi Satouri, también maid.
Tan solo este es uno de los cuestionamientos, tanto estéticos como culturales que se podrían hacer ante la cultura del vestido callejera que en Japón tiene muchos más estilos, aristas, fetiches y visualismos. Elementos que que para los occidentales son extravagantes o incomprensibles, pero que revelan la transición y las vivencias del Japón moderno y sus arraigadas tradiciones. Vivencias hechas moda y estilso de vida que en Occidente son seguidos con furor, y que tanto allá como acá, expresan una individualidad que en muchos casos va mas allá de ser un “friki” vestido como Jedi en una convención. Y eso fue lo más importante que pude ver en el SOFA de este año, donde ser otro, definitivamente, era ser uno mismo.
[1] Los “frikis”, según la RAE, son personas que practican obsesiva y desmesuradamente alguna afición. En la cultura occidental, se designa a los fans y coleccionistas de series de fantasía, cómic y videojuegos que han hecho de su hobby un estilo de vida. El vendedor de cómics de Los Simpson es un ejemplo.
[2] No podría decirse con exactitud el año de nacimiento del street fashion japonés. Desde los años 80 y 90, la cultura pop japonesa interpretó las influencias de Occidente con sus propios productos artísticos y visuales, como el visual kei, con trajes extravagantes y rimbombantes. Se puede documentar que en |997, Shoichi Aoki registró todos estos estilos (diferenciados, totalmente) en 1997, para la Revista Fruits. Aquí pueden ver algunos estilos en las calles de Tokio.
[3] El manga y el ánime, para el que apenas sabe que son dibujos japoneses, son toda una industria cultural en Japón, y uno de los elementos artísticos más valorados allí ( y que traen influencias del periodo Edo). Aquí en Colombia, a mediados de los años 90, series como Sailor Moon, Dragon Ball Z, Pokemon, Sailor Moon y Ranma 1/2 influyeron en toda una generación.
[4] Las Lolitas, una subcultura de street fashion donde las mujeres lucen como muñecas, y recogen elementos eduardianos y victorianos para su atuendo. En los años 70, marcas como Milk and Pretty comenzaron a estandarizarla, y para los años 90, era todo un movimiento con variaciones en su atuendo. Las más populares en Colombia son las Gothic Lolita, cuyo estilo fue popularizado por Mana, diseñador y músico del movimiento visual kei.
[5] Los Cosplayers nacen en los años 70, en la Comic Market Convention de Japón, donde seguidores de los cómics comenzaron a vestirse de sus personajes favoritos. Para 1983, la palabra derivó del japonés kosupure. Las convenciones más grandes de cosplay son la World Cosplay Summit, y el Eurocosplay, entre otros. Por supuesto, los cosplay tienen sus variantes: los “mecha”, que personifican robots (analoguemos con los Transformers), y los crossplayers, donde se caracterizan personajes del sexo opuesto, entre otros.
[6] Esto lo explica Walter Benjamin en su texto Moda y Ciudad , donde el ser mirado, la innovación, y la moda como reguladora del sujeto en el París del siglo XIX son temas a tratar. El juego de los espejos, donde las mujeres se miran y miran a otras, es de donde sale esta expresión de “juego de miradas”. Ser mirado y construido.
[7] Los cosplayers profesionales hacen de este estilo de vida su trabajo. Una de ellas es Riki Le Cotey, con miles de seguidores en Facebook. Ha caracterizado a Blancanieves de Disney y varios personajes de anime. Meagan Marie fue la invitada de este año.
[8] Se oyen historias, se leen historias. Pero en parte, es cierto. El sistema social de Japón, y en general de los países del este de Asia, se concentra en la obtención de logros, de hacer parte de una sociedad y aportar a la misma, sea con estudios, más profesión, mas matrimonio, etc. El que no cumple o es marginado y excéntrico, o se rebela, o se suicida. Esto está muy bien explicado en el libro !Basta de Historias! de Andres Opphenheimer, donde narra cómo es el sistema educacional de estos países. Contrastante esto en un país con una individualidad marcada y con movimientos y estilos que la exaltan hasta el paroxismo.
[9] El primer café “maid” fue establecido en Akihabara, en Tokyo, el Cure Maid Café. En estos cafés, las meseras son chicas ataviadas como mucamas francesas, pero con mucho mas estilismo, y barroquismo, tomando elementos de la Europa rural para sus atavíos. Están hechas para ser vistas, un fetiche casi, del paroxismo de la niña/mujer: Sus voces son chillonas, son tiernas, amables, y tratan a sus clientes de “amo” (aquí no lo hacen, valga la aclaración), y tienen rituales particulares para atender a los clientes, que saben que solo pueden ver, mas no tocar.
[10] Bolitas de arroz rellenas de algún elemento como atún, o vegetales (se vale todo), decoradas con algas que hacen divertidas figuras animadas.
[11] Este es uno de los distritos más populares de la ciudad donde no solo se ven las Lolitas, sino otros especímenes de la subcultura fashion japonesa, y también exponentes variados de street fashion que si bien no adoptan un performance, si adoptan ciertas características pertenecientes a estos grupos. Cabe contar que los otros distritos donde pulula la subcultura fashion son Ginza, Odaiba, Jinshuku y Shibuya.
[12] Cabe aclarar que por cuestiones de espacio presento a grandes rasgos dos de los movimientos mas representativos del street fashion japonés. Las Lolitas son solo uno de los tantos grupos de este fenómeno, del que haré un post en intervalo explicando los otros estilismos.
[13] Guro Lolita, vertiente de la Lolita que viene de la palabra “gore”. Lolita generalmente pálida y ataviada de blanco, que hace contrastar su atuendo con sangre y otros elementos gráficos de terror.
[14] Kawaii, a primera vista, es un término que significa “lindo” y “tierno”, en Japón. Algo así como Hello Kitty o Pikachu. Javier Bogarín y Adolfo Vásquez lo definen mejor: ” literalmente significa “lindo” y es utilizado para celebrar todo lo dulce, adorable, inocente, puro, simple, genuino, amable, vulnerable, débil e inexperimentado (amai , airashii, mujaki, junsui, kantan, shojiki, yasashii, kizutsukeyasui, kawaiso y mijuku, respectivamente) que distinguiese a una persona y, de ahí, a cualquier objetivación de estas características elevadas a virtudes, en un animal u objeto real o imaginario, como símbolos teriomorfos”
Agradezco a Ivón Saldaña, Nisi Satouri y a Taiga Mizuki por sus entrevistas.
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