Renata Lozano presentó una colección inspirada en un jardín, en una floresta magenta y cían que se empodera sobre un lienzo negro y otro marfil. La dicotomía del blanco y negro fue el común denominador en esta propuesta femenina que le apuesta a la estampación y a los encajes como recursos sutiles para romper esquemas, pues para la diseñadora caleña la idea es crear piezas atemporales y versátiles pero salidas de lo cotidiano a través de la yuxtaposición de prendas, colores y texturas.
Los boleros que simbolizaban los pétalos de las hortensias y claveles fueron una constante en cuellos y faldas, así como también los drapeados tipo pañuelo que hicieron de la propuesta sumamente femenina y delicada algo masculino y rudo. Los pantalones bota campana y las chaquetas tipo kimono de hombros anchos fueron las siluetas más destacadas. Al final fue una colección coherente y lujosa.
Nota crítica : por momentos se torno repetitiva por falta de una afilada edición.
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