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na vez anunciados las nominaciones a los premios Oscar, quisimos profundizar en la categoría a Mejor vestuario. Una categoría de opuestos, donde confluyen las ya esperadas películas de época y las mágicas historias de Disney con otros trabajos donde la psicología de sus personajes, marcan la pauta a la hora de crear un traje, alejándose de tendencias y lugares comunes. A continuación, conoceremos un poco más sobre las mentes detrás de cada detalle de tela y pedrería que vemos en la gran pantalla, grandes diseñadores que han dedicado sus carreras a contar historias entre guiones y fotogramas.Milena Canonero, por The Grand Budapest Hotel
Dulce, ingenua y a la vez, con una complicada composición de capas de sofisticación. Así describe Milena Canonero a The Grand Budapest Hotel, en su labor de diseño de vestuario de una de las películas más interesantes de 2014. Dirigida por Wes Anderson, bien conocido por su estética, que en colores expresa la intrincada gama psicológica de sus personajes, su vestuario es un derroche de humor, elegancia y decadencia.
Esta no es la primera vez que el dúo Anderson – Canonero trabaja en conjunto para darle vida a una historia; en The Darjeeling Limited , The Life Aquatic with Steve Zissou y el cortometraje de moda, Castello Cavalcanti, a cargo de Prada, sus visiones en tecnicolor y colores pasteles del mundo, forman el pavimento para esta nueva producción, la historia de un chico “botones”, en un hotel encerrado en un colorido y ficticio país de Europa Oriental, en el período de entreguerras.
El resultado del trabajo de la diseñadora, quien fue la autora del armario entero de los personajes, con el apoyo fundamental de Prada y Fendi, para crear piezas icónicas como la gabardina de cuero de Joplin (Willem Dafoe) y el abrigo inspirado en la obra de Klimt, respectivamente. Esta clase de detalles son los que le dan una virtud especial al trabajo de Canonero, quien también ha sido la responsable del vestuario de filmes tan clásicos como The Clockwork Orange y Marie Antoinette de Sofia Coppola, agregando guiños y detalles a las escenas que crean un mundo especial para la moda, desde los uniformes púrpura de los empleados del Grand Budapest Hotel o aquellos tenis converse rosados, tirados en el piso, a juego de los dulces favoritos de Maria Antonieta.
Mark Bridges, por Inherent Vice
El legado de Mark Bridges es fácilmente reconocible por su amor por la historia de la moda. Desde The Artist a There Will Be Blood, la minuciosidad y la exactitud de los trajes, según la época, es la especialidad del diseñador. Esta misma pasión, la de un estudioso y devorador de libros de diseño, fue el aliciente perfecto para crear el mundo en trajes de Inherent Vice, la adaptación del libro homónimo de Thomas Pynchon, por parte del director Paul Thomas Anderson; ambientada en una colorida ciudad de Los Ángeles, a finales de los años sesentas, la mezcla de humor y drama en un género extrañamente policíaco, les confiere a los personajes, historias fuertes donde realmente el hábito sí hace al monje.
Bridges se dedicó entonces a leer e investigar la época, alejándose del vestuario por un momento. Entre libros, documentales y búsquedas profundas en el universo Google, fue encontrando las piezas para construir su propio rompecabezas: la altura de una falda, la forma de un pantalón, la estructura de un vestido de baño o la manera de usar el pelo; pequeños detalles que en retrospectiva hablan en conjunto de una época.
Llegó así a conferirle más dimensiones a una historia, que aunque narrada antes de 1970, fue publicada en 2012, por lo que su trabajo investigativo sobre el vestuario puede interpretarse como parte de las libertades del autor. El diseñador vivió entonces por mucho tiempo viviendo día a día en una época y un lugar en los que no vivió: un tiempo de colores pasteles y Polaroids, superpuestos con estampados psicodélicos y el boom del Arte Pop, todos conviviendo en el soleado estado de California.
Collen Atwood, por Into The Woods
El vestuario siempre ha sido importante para narrar cuentos de hadas, y en especial, si sus versiones son de Disney. Una de sus grandes artífices es Colleen Atwood, una diseñadora bien conocida por sus roles en musicales y comedias, como Chicago y Alice In Wonderland y por supuesto, una favorita de la productora mencionada para recrear sus mágicos mundos de brujas y princesas.
Into The Woods era un proyecto personal perfecto para la diseñadora; una historia que entrelaza distintos cuentos originales de los Hermanos Grimm, conectados entre sí por un viaje a través de un bosque encantado y de una hechicera, que se relaciona con todos los personajes, interpretada por Meryl Streep.
En cuanto a diseño de vestuario, la actriz es la gran musa para desarrollar la narrativa de la película, cambiando de apariencia a su antojo y consiguiendo los trajes más complicados y perfectamente construidos. A partir de ella, de una bruja que deambula entre la maldad y la maldad, se presentan personajes conocidos por cientos de generaciones: Cenicienta, Caperucita Roja, Rapunzel y Jack con sus habichuelas mágicas, a todos se les representa en una mezcla magistral de la Atwood es una verdadera experta, gracias a la combinación de trajes medievales con un toque contemporáneo y casi mágico.
Into The Woods es una película de trajes etéreos y tonos tierra, en los cuales la diseñadora buscó ser lo más fiel posible a las historias de los Hermanos Grimm; en el cuento original, por ejemplo, el vestido de Cenicienta se lo regala un Sauce llorón, por lo que se buscó darle al vestido dorado de Anna Kendrick, sutiles tonalidades tierra para remarcar esta referencia; el reciente trabajo de Atwood sigue la línea de Alicia descubriendo el País de las maravillas, en donde hasta los detalles más disparatados, tienen una razón de ser.
Anna B. Sheppard, por Maleficent
El traje negro que usa Maléfica, coronada en cuernos y acompañada de un fiel cuervo es una de las escenas más famosas de la historia de los cuentos de hadas, desde el lanzamiento de La bella durmiente en 1959 por parte de Disney. La historia que reivindica a su antagonista no se aleja de esta imagen, pero sí la estiliza y le da un toque especial de sofisticación, convirtiéndola en un nuevo referente para el mundo de la moda, con colecciones especiales, líneas de maquillaje y por supuesto, un disfraz obligado para el mes de octubre.
Su creadrora, Anna B. Sheppard, se ha dedicado al diseño de vestuario de películas completamente distintas a Maleficent, dado el público infantil de este filme y el inconfundible estilo amigable para familias de Disney. En cambio, su trabajo se ha presentado en películas como Inglorious Basterds, Hannibal Rising y The Pianist, con magistrales diseños que mezclan un gran conocimiento de la época con la psicología, ambigua y gris, de sus personajes.
La ambigüedad es natural para un personaje como Maléfica, contando con tres escenarios distintos de diseño: el brillante reino del reino del padre de Aurora, los tonos tierras, adornados con sutiles imágenes como hojas y palitos quebrados, presentes en las telas, como una extensión física del bosque, y finalmente, la oscuridad de su protagonista, en una transición psicológica de guardiana del bosque a villana vengativa, donde impera el cuero, las plumas y el látex.
En total, un departamento entero de vestuario se dedicó a crear 9 looks, que cuentan combinados cuentan una historia completa, una historia de la que Sheppard se siente orgullosa, al sentir que traspasó una barrera, la de ser conocida por diseñar trajes inspirados en la década de los cuarenta.
Jacqueline Durran, por Mr. Turner
Los trajes de época han sido grandes favoritos, cuando llega el momento de anunciar a los nominados a Mejor Vestuario a los Premios Oscar. No es sorpresa entonces que Mr. Turner, del británico Mike Leigh, sea una candidata segura para la categoría. El cuento del artista romántico J.M.W Turner, reconocido por sus obras de paisajes y por sus acuarelas, recrea de una manera igualmente romántica, hermosa y sensual Inglaterra de mediados del siglo XIX.
Una tarea que Jacqueline Durran, con experiencia en filmes históricos, como Pride & Prejudice, Atonement y Anna Karenina, conoce bien. Su modo de trabajo incluye, además de investigación, una aproximación psicológica del personaje, alejándose así de usar trajes excesivamente victorianos que se ven comúnmente en libros de historia de la moda. Si se habla de la década de los ochentas, por ejemplo, es muy fácil caer en clichés y lugares comunes de las más extravagantes tendencias; es esto lo que le confiere a la diseñadora un toque especial y delicado, después de un concienzudo trabajo de inmersión donde la vida cotidiana de los personajes le dan color y textura a las telas.
Para Mr. Turner, un artista del que se conocen muchas obras pero poco de su real apariencia, las acuarelas y el contexto socio-político de la época fueron claves para lograr la especial sutileza del trabajo de Durran, donde la dureza y la suavidad se entrelazan para dar a luz un ambiente de colores y pinceladas brillantes, pero también de duras penumbras y paisajes grises.
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