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¡No odien a la Kardashian! una divertida lección de historia estadounidense

En este blog siempre se ha insistido en estudiar a la moda como fenómeno  y ciencia social. Por eso términos tan subjetivos y tan trillados como “el buen gusto”, para mí no son más que una categorización que proviene de un ínfimo número de personas- quienes mediadas por ciertos contextos de abundancia económica y /o relativa cultura a través de fenómenos mainstream de la industria-, pueden catalogar así todo lo que se salga del sistema.

Eso pasa con el jean levantacola, con las chavs y cholombianos (entre muchas otras categorías)  y por supuesto, con el tema de moda: Kim Kardashian.

Yo sé, esto para ustedes fue el fin del mundo. Pero recuerden que los medios son un negocio, e incluir a los excluibles, así tengan dinero y lo derrochen, es el nuevo negro. Foto: Vogue

Yo sé, esto para ustedes fue el fin del mundo. Pero recuerden que los medios son un negocio, e incluir a los excluibles, así tengan dinero y lo derrochen, es el nuevo negro. Foto: Vogue

Ni siquiera se debiera hablar de ella, por no representar formalmente (si hablamos en términos mainstream) un icono de estilo. Pero ¡ta-dah! Para el mundo del espectáculo, ese mismo que informa de moda como si fuera un tema más de relleno, lo es. Y para muchos pareció reafirmarse cuando salió en la portada de la revista Vogue.

El mundo se acabó, dijeron los puristas,  Anna Wintour enloqueció, y la revista perdió suscriptores y credibilidad. Claro, durante más de cien años eres el árbitro de las imágenes y el espíritu de tu época, y desde el reinado de Wintour te diste el lujo de ser elitista y echar a verdaderos símbolos de poder como Hillary Clinton u Oprah Winfrey a la basura. Y por pavadas: una por vestir siempre de azul marino, y la otra por estar demasiado ‘gorda’[1].

Creo que esos tiempos ya acabaron, y la Wintour lo sabe.

Qué hacemos, si la Kardashian es como el jean levantacola: una gallina de huevos de oro. Foto: Vogue.

Qué hacemos, si la Kardashian es como el jean levantacola: una gallina de huevos de oro. Foto: Vogue.

Veámoslo así: Es una época en la que los medios impresos ya no tienen tanto poderío como antes. El modelo del negocio del periodismo está cambiando, y muy a pesar de eso, Vogue vende sus ediciones en print y las agota. Su poder es el impreso. Y por supuesto, debe vender revistas, así como las páginas de internet deben tener visitas, y reinventarse.

Una entrevista de Business of Fashion hacia Amy Odell, editora de Cosmopolitan en versión online, hablaba precisamente de eso.  Odell  fue antigua editora de moda en  Buzzfeed, una página que muchos de ustedes juzgarán como un compendio de tonterías divertidas y virales, pero que definitivamente ES EL MODELO DE NEGOCIO en Internet. Allí, Odell pudo aprender a hablar la moda desde otro lenguaje (“23 razones por las que los leggings son lo peor”), y definitivamente, aplicar la fórmula hacia la revista Cosmo. Le funcionó, ya que incrementó el número de visitas[2].

Sí, yo también cuestiono el origen de su fama, que sea como es y el marido que tiene. Pero eso no quita que la tipa sea un reflejo de su tiempo. Foto: Vogue.

Sí, yo también cuestiono el origen de su fama, que sea como es y el marido que tiene. Pero eso no quita que la tipa sea un reflejo de su tiempo. Foto: Vogue.

Si esto es así, ¿Por qué no aprovechar a la gallina de los huevos de oro en versión print?. Los medios son un negocio, un negocio que se reinventa cada día y ha tenido cambios. Más allá de sus reparos éticos, morales y demás, lo es. Podríamos juzgar, entonces, desde la óptica comercial,  la movida de Vogue como algo que debía hacerse.  Sobre todo por ver en  la revista bandera de la moda a quien casi todo el mundo quiere ver, por infinitas razones.

Por otro lado,  esta también es una época en la que “incluir” a la gente que no incluiste durante 50 años como imagen ideal en la sociedad, es cool, está bien y vende. Claro, Kim Kardashian no  podría compararse ni de lejos (ni por su historia enrevesada y privilegiada) con las mujeres plus-size o los discapacitados de algunas campañas. Pero precisamente para Vogue representa “lo diferente”. Al igual que Lena Dunham, quien simbolizó a aquella mujer “real” que supuestamente representa con su serie ‘Girls’, Kim Kardashian representa a esa mujer símbolo de una época donde se es famoso por ser famoso y se ostenta como lo hacen sus pares en Los Ángeles o las niñas de una escuela secundaria cualquiera del Medio Oeste cuya máxima aspiración de lujo es usar vestidos ceñidos como ella, taconazos neón y  broches de brillantes. Sí, ¿no me creen? Vean ‘Dance Moms’. Vean su nivel de elegancia. O cualquier reality de MTV.

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El cuerpo de la Kardashian consterna a muchos estamentos tradicionales de moda por representar la tendencia de la latinización. Ahora bien, ella representa el estilo ostentoso propio de la élite angelina sin origen patricio. Foto: maniacmagazine

Cuando Wintour dijo que la incluyó por representar el espíritu de los tiempos, tenía toda la razón.  Kim Kardashian es un icono de la celebridad decadente televisiva que vende marquesinas, millones, colonias y hasta ropa interior (si quisiera). Vogue se arriesgó con meter a otro icono prohibido fuera de su sistema.

No creo, sin embargo, que les dure la tendencia, a menos de que resulte en dividendos.  Sería realmente consecuente con su política editorial meter una portada con iconos de moda discapacitados o distintos (ensalzados por las marcas), pero definitivamente no creo que vendan y den tanto de qué hablar como la famosa más famosa del mundo.  Por eso insisto en que fue más una movida publicitaria.

Metieron a Kim Kardashian porque vende. Los medios necesitan hacerlo. Foto: Vogue

Metieron a Kim Kardashian porque vende. Los medios necesitan hacerlo. Foto: Vogue

 

Kim Kardashian: hija de la Costa Oeste

Ahora bien, tal y como lo explicamos en un post hecho hace dos años, deben entender que Kim Kardashian no se diferencia de muchos niños privilegiados de Los Ángeles que ostentan porque tienen con qué, y lo harán, por sus huevos, sin importar nada. Vean a los niños ricos de Instagram, o a los muchachitos que les robaron a gente como Paris Hilton u Orlando Bloom. Tal cual: faldas cortas, brillo, zapatos de marca ostentosos. Marca, brillo, cuerpo. Si les ponen a elegir entre alguien como Haider Ackermann y Michael Kors, la respuesta es obvia.

En 'The Bling Ring', el grupo de jóvenes principal le roba la ropa a Paris Hilton. Brillante, de marca. Ostentosa. Se vende en menos de nada. Foto: Cines-Verdi

En ‘The Bling Ring’, el grupo de jóvenes principal le roba la ropa a Paris Hilton. Brillante, de marca. Ostentosa. Se vende en menos de nada. Foto: Cines-Verdi

Porque Los Ángeles no es Nueva York, ni mucho menos tiene esa cultura vestimentaria de la Costa Este, más europeizada, y estandarte de lo sobrio como sinónimo de “clase”.  No hay símbolos patricios ni familias que lo sean, y que tengan una tradición de poder vestimentario y simbólico.

Recordemos  la historia estadounidense.

Hollywoodland, antes de llamarse Hollywood. La industria del cine le dio prosperidad y potencial a una ciudad llena de inmigrantes y donde se hicieron grandes fortunas que hoy por hoy poseen poder simbólico. Foto: TheRichest

Hollywoodland, antes de llamarse Hollywood. La industria del cine le dio prosperidad y potencial a una ciudad llena de inmigrantes y donde se hicieron grandes fortunas que hoy por hoy poseen poder simbólico. Foto: TheRichest

Los Ángeles fue un territorio que comenzó a tener potencial a mediados de siglo XIX por la fiebre del oro (en California),  y por la industria del cine se catapultó a comienzos del siglo XX, en los años 20.  Esto contrasta  con toda la tradición histórica de sus contrapartes en el Este, las otrora 13 colonias, que luego sufrieron todos los procesos políticos, identitarios  e históricos y tuvieron una construcción de nación más afianzada. Todos los símbolos de poder político y fundacional se concentran allí. Vean a los Kennedy. Los Vanderbilt.  Y así podríamos seguir.

En cambio, el poder simbólico de Estados Unidos hacia el mundo se concentra en la Costa Oeste, sobre todo desde el crecimiento del cine como industria cultural .  En  Los Ángeles las familias reales y tal vez modelos de estilo  son familias que años, décadas antes, o meses antes consiguieron su fortuna a través de negocios diversos. Espectáculo, siendo el más común. Inventores, abogados, innovadores, como lo que se ven en  el programa de Joan Rivers y sus millonarios, o en ‘Millionaire Matchmaker’.

 

 

Elle refleja el estilo de la realeza privilegiada angelina. En la película se ve cómo choca ante los preppy y los académicos de Harvard. Foto: Viewerscommentary

Elle refleja el estilo de la realeza privilegiada angelina. En la película se ve cómo choca ante los preppy y los académicos de Harvard. Foto: Viewerscommentary

¿Se acuerdan del ejemplo que dimos en aquel post con Legally Blonde?  Elle viene de una familia de Bel Air y se crió junto a la mansión de Aaron Spelling (fallecido productor de televisión). Vivian, su némesis, viene de una familia de Connecticut, seguramente toma vacaciones en Los Hamptons y Newport, y la familia de su novio es de senadores.  Es la misma rivalidad, como si comparásemos a la celebridad contra la niña de sociedad. Estos dos opuestos son el centro del poder económico y social de Estados Unidos.

Kim Kardashian creció en el lado de la cultura playera,  hecha con influencias de inmigración y fortuna basada en mostrar que eres un self made man (o hija de uno), y tienes cómo presumir eso . Del amor por la moda de la celebridad. Eso prima más que cualquier ‘fashion icon’ surgido de la industria de la otra costa. El cuerpo, el lucir tonificado, bronceado, y mostrar tu joya cara cuentan más que mostrar un estilo hecho para lucir de comienzo intemporal y único.  Además, tengan en cuenta el clima.

Los niños ricos de Instagram tienen reality propio. ¿Se les hace su estilo familiar? Foto: E!

Los niños ricos de Instagram tienen reality propio. ¿Se les hace su estilo familiar? Foto: E!

Más allá de esta peculiar rivalidad, tan subrayada en los medios estadounidenses, este post lo escribí con el propósito de hacer ver de dónde vienen a veces los fenómenos de estilo. Sé que no podría explicar del todo cómo es la industria en la costa oeste estadounidense, ni sus influencias de moda, o sus puntos en común con la costa este. Pero a través de la historia y la economía,  así sea de manera breve, podemos ver desde otra manera incluso, a quienes no nos representan en absoluto.

Saludos.

 


[2]  Esto quizás lo afirmo por experiencia: Trabajo en un medio online, y últimamente todo está encaminado hacia los gustos de la gente por compartir y viralizar cosas que la identifican. De ahí los temas. Los medios capitalizan eso.

 Y sí, volví. Luego de una gran pausa. Ya se fue el bloqueo eterno. Ahora seguiremos regularmente. Saludos.

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