L

a moda es una industria que se mueve entre el desesperado afán por producir y aguzar el consumo, y el desasosiego por la superproducción y el manejo de sus propios desechos. Esto último ha conducido a una conversación —desde hace poco más de una década— usualmente más enfrascada en teorizar problemas que en tomar acciones.

La colección “Loco afán” Alejandro Crocker

La colección “Loco afán” Alejandro Crocker, sugiere una reflexión sobre eso, sobre las acciones que podemos tomar frente al problema de la moda y sus desechos. Ejemplifica con acierto cómo la novedad —el principal motor de la moda— se puede generar a partir de los desechos mismos que hemos producido, reciclándolos y re-significándolos. Recuerda un poco la estrategia de diseño inaugurada por Martín Margiela, donde lo viejo se transforma para crear lo nuevo, recurriendo a la deconstrucción, al desarmado de las piezas y su re-ensamblado.

La colección, hecha con telas residuales, predominantemente denim, estuvo acompañada de un happening: una mujer cociendo pacientemente una pila de residuos textiles mientras los modelos caminaban. Es esa imagen la que nos lleva a pensar en la acción más que en la enunciación del problema.

Si en “La Venus de los trapos”, el artista Michelangelo Pistoletto, yuxtaponía una inanimada Venus frente a una pila de trapos inertes en «un intento de unir la belleza del pasado y el desastre del presente», según dijo él mismo; en “Loco afán” el diseñador pone en acción a una Venus de ébano frente a una pila de trapos que como el ave fénix, renacerá de sus cenizas.

Admiramos la coherencia conceptual de la colección, representada en la armonía del estilismo, el casting y, sobre todo, cómo colecciones como esta exponen el valor estético del denim, de las costuras a la vista, de los amarres, de los pliegues y de la deconstrucción, para darle una segunda vida a lo que pudo ir al vertedero, poetizando así la actual inquietud cultural por repensar, reutilizar, reparar, reducir y remanufacturar lo que nos ponemos.