Algunas trampillas : “menos es mas”, “elegancia contra exageración”. El “buen gusto” en Colombia.
Seguro se acordarán de Bordieu, aquel sociólogo francés que dijo alguna vez que el gusto dependía del contexto, y que por ello alguien como el Príncipe de Cenicienta jamás podría terminar con una si la historia pasara de verdad. Porque vienen de contextos diferentes, y les sería imposible encontrarse. Porque probablemente el ame a Louis Armstrong, lea El Malpensante, no salga de Papa John´s que queda cerca a su apartamento en Rosales. Porque probablemente ella adore a Pipe Bueno, odie El Malpensante y prefiera Tv y Novelas, y piense que Papa John´s es una marca pretenciosa de pizzas como cualquier otra, como la de Venecia Sur que se come por 40 mil pesos menos. Y a menos de que ella fuera extraordinariamente bella, es decir, siguiera el modelo de mujer idónea del estrato del susodicho pretendiente (dientes perfectos, talla 2, rostro medio europeo), y tuviera educación que le garantizara movilidad social, ahí si podrían coincidir en algo, geográfica y situacionalmente. Pero les aseguro que el seguiría considerando a su nueva mujer una completa “inculta” por amar al joven cantante de música popular.
Con esto ejemplifico la relatividad del gusto. Y en Colombia es abismal en sus diferencias. Es algo que se da dentro de situaciones y contextos, y mucho más en la moda. Por eso es totalmente risible cuando algunos pretendidos árbitros de moda, sobre todo de un país como Colombia, se empeñan no guiar ni informar pedagógicamente (y eso que hay varios que si lo hacen, y buenos), sino imponer y desdeñar lo que pasa con la gente que ven en la calle, o que no ven. Pero sigamos a Bordieu. Para ellos es imposible. ¿cómo podrían salir de donde geográficamente se desenvuelven de manera habitual?.
El problema es que no sé como podrían decirle a una mujer totalmente disímil a lo que representan que “menos es mas”, que “no use descaderados o se verá como paquete mal envuelto”.
Porque para ella son vulgares otro tipo de símbolos. Los líderes de opinión se quejan de que a pesar de que hay herramientas para hacer que la mujer promedio colombiana vista bien, no pasa nada. Como va a ser, si ni siquiera han intentado entender que es para ella el “vestir bien”. No he visto la primera encuesta masiva de estilo a nivel colombiano que refleje como las colombianas se ven a si mismas a través de la moda, por lo menos no una libre de todos esos vicios retóricos que implican usar palabras como “estilo” y “elegancia” a la ligera, que es lo que se suele hacer en las publicaciones masivas, sobre todo en las femeninas.
Es imperativo recordar a estos líderes de opinión y a las publicaciones que no solo por decir chic cincuenta mil veces en un artículo de moda, este va a ser más informativo, mas aclaratorio, o acerque a una mujer que no tiene ni idea de cortes ni de porqué se usa el pastel, a la moda. Y es más imperativo recordarles que ellos mismos, en su círculo contextual, deberían saber porque aman creer que el menos es mas, sabiendo que como todo lo nuestro, es copiado totalmente, y adaptado por fuerza de estándares, como siempre, foráneos.
Un breve cuento americano (porque menos es mas).
En el ensayo de Bruno Remaury, “Lujo e Identidad Cultural Norteamericana”* , este que explica como llegó este elemento a ser un estandarte de la cultura americana. Describe como llegó “el menos es mas” a ser un símbolo de status dentro de las clases dominantes del país del norte.
Apenas conquistaron el Oeste, y siguiendo la prédica protestante del que trabaja es el que come, y por ende puede mostrarlo, y tener más porque se lo ha ganado (si quieren saber más, léanse a Milton Friedmann, el habla de la mentalidad anglo en todo su esplendor), el americano no vio nada éticamente reprochable en mostrar toda su prosperidad, incluidos sus artículos de lujo. Ostentar era mostrarse como un ser que había alcanzado el sueño americano, el self made man podía tener el derecho de mostrar su cristalería y porcelanería, hasta que… todos pudieron hacerlo.
Vino la Segunda Guerra Mundial y luego la Guerra de Corea, y los jóvenes héroes fueron bien recibidos en su país natal. Esto se tradujo en grandes empleos y facilidades de acceso para adquirir esas cosas que solo antes tipos como los magnates de los estudios o los empresarios podían adquirir. Con tiendas de departamentos ya fundadas (Macy´s ya en el siglo XIX), y con un nicho de mercado que comenzaba a adquirir status, estilo de vida, y comodidades en lso 50, se vio que el lujo podía ser democratizable. Pero como siempre sucede en la historia, los ricos de antes, vieron que tenían que distinguirse. Y adoptaron otros códigos para diferenciarse de “ese gusto americano” de ropa deportiva, palitos de golf y barbacoa. Y como siempre consideraron el gusto europeo “mas refinado”, venga, ya era de mal gusto ostentar el logo afuera.
Ahora las sútiles marcas de hechura, las etiquetas, las cremalleras, los detalles, eran para los iniciados de siempre ne el lujo una forma de diferenciarse. Habían entrado en el nuevo club de usar menos como consigna de contentillo de su propio y nuevo creado statu quo. Aunque eso si, no dejaron su gusto americano, pero ahora la calidad era lo que primaba. Está bien, dijeron, Ralph Lauren y Tommy Hilfiger hace nuestros sweaters, pero no creo que Old Navy ni Wal Mart saque algo parecido. El logo vale la pena si el sueter no se veía “barato”.
Así llegó el “menos es más” a ser una consigna que luego, con nuestra americanización completa e inconsciente , se instauró en la psique de nuestros primeros (¿y únicos?) árbitros de estilo, que tomaron el título para sí, y siguiendo las pautas americanas y europeas, usaron este elemento para “guiar” a mujeres colombianas, quienes solo hasta que el Éxito comenzó a democratizar moda podían comprar en el Tía o en tiendas cercanas a sus lugares de trabajo, como siempre con meses de retraso en las tendencias .
Ahora bien, ¿Cómo creen que menos es mas en un país que lleva 50 años menos en entender una consigna como esta, y que al fin de al cabo solo ha sido adoptada por sus élites? Porque para los colombianos más sigue siendo más. Para muchos de ellos es inconcebible comprar algo en Zara, de usar y tirar, y más por los precios con los que se vende la ropa de la marca española aquí. Debe ser bueno, brillante, “verse” rentable. Entre más ostentoso o especial, se ve la inversión. Porque invertir cuenta más que comprar algo por un arrebato de temporada en Colombia. Porque si, a pesar de que se gaste en ropa, tampoco es un artículo vago, muchas veces la durabilidad y la usabilidad incide más que como se pueda lucir. En otras palabras, es mas probable comprar un pantalón que sirva con varias cosas que uno de lentejuelas negras por cuestiones económicas . Y la elegancia, un tema que siempre ha tenido un tinte tan señorial en este país, es otro tema mucho mas complejo.
Vulgares, ¿en serio?
Sería interesante alguna vez algunos de los líderes de opinión en moda en Colombia preguntasen a una mujer en un bus Centro/Matatigres, o a una mujer en un Éxito cualquiera quien es Olivia Palermo, o Gloria Saldarriaga, mi favorita para los pasados Premios Infashion. Creo que no contestaría nadie. Y creo que ni siquiera les importaría. Ahora bien, sería igualmente más interesante decirles que Marbelle o Paris Hilton son vulgares. Quizás algunas dirían que si, que probablemente lo sean. Pero otras dirían que son “auténticas”, porque no les importa contrariar los criterios estéticos que se consideran aceptables para aquellas personas lejos de ellas y sus vivencias.
El gusto mayoritario es variable, pero sigue siendo mayoritario. ¿Cómo cambiarlo? ¿Cómo guiarlo? Es imposible, porque es una cuestión también individual. ¿Será que los medios masivos de moda no llegan de la manera correcta a sus lectores? ¿O simplemente, cada quien puede usar lo que le venga en gana porque puede hacerlo a pesar de estos?. Los dos. Un medio da la pauta, el otro la asume. Entonces, ¿porqué desde lo informativo coartar al lector?
Jean Grondin, filósofo suizo, resume mejor lo que pasa en este caso “La primera institución es para mí el juicio inmediato del individuo: algo me satisface o no. Luego el gusto, como sentido humano, implica que se puede compartir, al menos idealmente. Esta predilección común constituye lo que se llama el buen gusto oficial, un sentimiento compartido que se denomina la idealidad del buen gusto. Pero uno conserva siempre la libertad de seguir la inclinación predominante, porque también puede oponerse al juicio mayoritario que considera satisfactoria o placentera alguna cosa. “**
En este contexto es difícil mostrar que es vulgar o que no es vulgar cuando lo que para un pequeño grupo lo es, no lo es para alguien mayoritario. ¿Cómo nos hemos permeado en el gusto mas allá de lo que nos dictó la narcoestética? ¿Hemos tenido simplemente mecanismos de imitación que nos han llegado por lo que llegaba a las tiendas, o alguna vez hemos hecho caso a nuestros ártibros de estilo, que casi no conocemos, porque no nos representan? Si, muchas publicaciones nos han guiado, pero ¿hasta qué nivel realmente? Porque nosotros, como en cualquier país joven americano y descollante, hemos seguido a nuestros ídolos de la canción, o de las telenovelas. Lo pop se impuso a lo chic. Así de simple.
Cabe aclarar que haría falta un estudio que determinara hasta qué punto una mujer colombiana, como una norteamericana, se guíe por las revistas a la hora de determinar qué usa y porqué lo usa. Si se guía por sus líderes de opinión, o por el ya mil veces usado recurso de la imitación. Y por supuesto, es más que necesario que los que ostentan el poder de la información comiencen por conocer a sus lectores, y a sus probables nichos de mercado.Es probable llegar a ellas con accesibilidad, información, pedagogía. Dar amor por la ropa en sus propios términos. No desechando con la línea facilista del tener o no “buen gusto”, lo que ya hace parte de su sociedad, su psique y su historia. Porque el “buen gusto”, de eso siempre se trata.
Bibliografía.
* Remaury, Bruno. Lujo e Identidad Cultural Norteamericana. La Moda, Representaciones e Identidad. Gedisa, 2001. p.85,97
**Grondin, Jean. RevistaTeina. “El buen gusto compartido es el gusto oficial, aunque sea de mal gusto”. http://www.revistateina.org/teina13/dos6.htm
8 Responses
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