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a belleza está cambiando. En un mundo donde el “ser tú” ya no es un acto de rebeldía, sino una declaración de libertad, la industria cosmética se está despojando de sus artificios para conectar con algo más real: la autenticidad. Según datos recientes, el mercado cosmético en Colombia alcanzó los USD 241 millones en 2023 y se proyecta que crezca a USD 358 millones para 2028, con una tasa anual del 8,24%. Pero más allá de las cifras, esta transformación económica es también cultural. Hoy, los consumidores ya no buscan solo embellecerse, sino productos que resuenen con sus valores y estilo de vida.

La revolución de la belleza natural

De lo artificial a lo auténtico: el fin de los estándares impuestos

Atrás quedaron los días en que la belleza era una lista interminable de reglas imposibles de cumplir. La nueva revolución, impulsada por las generaciones millennial y centennial, busca desconectar del perfeccionismo irreal y conectar con lo natural. En Colombia, este movimiento cobra fuerza en un país donde la diversidad étnica y cultural exige representación.

La industria ha tomado nota. Marcas como SEYTÚ apuestan por filosofías inclusivas y conscientes, utilizando ingredientes naturales, fórmulas hipoalergénicas y un compromiso irrenunciable con el medio ambiente. Y no, no es un simple eslogan. La prohibición de pruebas en animales en Colombia, pionera en América Latina, es un testimonio del cambio de prioridades.

El boom de la belleza consciente y el poder del consumidor

La era digital ha dado voz al consumidor como nunca antes. Plataformas como Instagram y TikTok han democratizado la industria de la belleza, permitiendo que nuevas narrativas emerjan. Hoy, el 67% de los compradores confía en las recomendaciones de personas influyentes, mientras que el 42% está dispuesto a comprar productos promocionados por ellos. Pero, ¿cómo se traduce esto en un cambio real?

Las marcas que sobreviven (y prosperan) son las que abrazan la transparencia y entienden que el consumidor de hoy es educado, exigente y activista. Ya no basta con prometer juventud eterna; ahora se habla de bienestar integral, cuidado personal y autoaceptación.

“La cosmética ya no impone, ahora acompaña”, como afirma Jairo Bernal, gerente de Omnilife en Colombia.

Esta frase resume el desafío de las marcas: ser aliadas, no dictadoras.

El futuro: belleza sin fronteras ni etiquetas

La tendencia no es local, es global. Desde Corea del Sur con su revolución K-Beauty, hasta los laboratorios en Europa que impulsan la investigación en cosméticos éticos y sostenibles, el mensaje es claro: la belleza del futuro será natural, personalizada y tecnológicamente avanzada.

En un mundo que avanza hacia el 2030 con miradas puestas en la sostenibilidad, la inclusión y la tecnología, la belleza dejará de ser un producto para convertirse en una experiencia. Colombia, con su riqueza natural y cultural, está perfectamente posicionada para liderar esta conversación global.

Reflexión final: belleza que se siente, no que se dicta

En el futuro, el maquillaje no será una máscara, sino una herramienta. Los productos de cuidado personal no serán un lujo, sino un ritual de amor propio. Y la belleza, finalmente, dejará de ser una cuestión de apariencias para convertirse en un reflejo de quienes somos y cómo elegimos mostrarnos al mundo.