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i los millennials creían que eran los nuevos dueños del mundo, la generación Z llegó para decirles “háganse a un lado, llegamos nosotros”. Este es su perfil.Nacieron a mediados de la década de 1990 y a comienzos de 2000. La mayoría están todavía en el colegio, otros ya empezaron una carrera y solo unos pocos hacen parte de la fuerza laboral. La generación Z se perfila como un grupo pragmático y cauteloso con sus decisiones profesionales y económicas. Después de ver cómo sus padres sufrieron por la crisis económica mundial y de crecer con una amenaza terrorista latente en el mundo occidental, no están dispuestos a permanecer en el mismo lugar, a acumular bienes, dinero ni títulos profesionales. Más bien esperan seguir el ejemplo de Mark Zuckerberg, aspiran a ser jefes, a montar su negocio y practicar sus propias reglas. Eso sí, aportando a la sociedad.
La clave para descifrarlos es entender que son la primera generación verdaderamente digital. Desde que tienen conciencia ha existido la Internet, la tecnología táctil ha estado al alcance de sus dedos desde niños, los problemas diarios se resuelven con una app y la vida ocurre en redes sociales: si no está allí, nunca pasó.
Hitos históricos como la adopción homosexual son parte de su cotidianidad, la apertura a las diferencias es mucho mayor que en generaciones anteriores, aman el autoaprendizaje, han visto desaparecer tecnologías como los CD y los DVD, los acrónimos y las palabras en inglés son parte de su vocabulario, están dispuestos a pagar mucho por un smartphone, pero bajan música, videos y películas de forma gratuita. Sus ídolos no son jugadores de fútbol o estrellas de series de televisión, sino estrellas de Internet.
Al igual que los millennials (21-35 años), están más interesados en invertir su dinero en experiencias que en mercancía. Cada producto que adquieren debe ser social y ecológicamente responsable, no son fieles a las marcas y valoran el producto en sí mismo, en especial aquel que les permita reflejar su individualidad o mejore su calidad de vida. La pregunta es cómo se van a preparar las marcas para seducirlos y la respuesta es sencilla, producir responsablemente, ofrecer productos innovadores y funcionales. Si logran ganar su corazón y su razón, esta generación puede convertirse en el mejor influenciador y validador de marca.
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