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odría decir que este encuentro con Julieta empezó a mis 3 años, cuando de cuerpo pequeño lograba encerrarme entre los tres espejos que armaban el mueble “peinadora”, ochentero de mi madre, los dos laterales se podían doblar al centro que quedaba encerrado en un triángulo de reflejos, en otra dimensión. Mi propio reflejo reflejado infinitas veces, contrario a narziso que se miraba como único, esto me hacía sentir parte de todo un universo, la unidad de todos con cada movimiento, como una coreografía. Era tan majestuosa dicha física que perdía el sentido del tiempo, toda una meditación.
Ahora a mis 36 años, encuentro que nada de lo vivido queda fuera del engranaje total de la vida. Hoy siendo artista, aquel que se lanza como centinela a explorar la vida desde la emoción, para compartir lo que puede traer de esa dimensión, reconozco que estamos todos en la humanidad viviendo una etapa de espejos. Encuentro en el espejo toda una simbología muy inspiradora.
Mirar, cómo en esta década nos estamos volteando a mirar a nosotros mismos como nunca antes, una nueva conciencia a mirarnos en todo sentido, con la revolución de la información que nos ha tocado, podemos mirar más de cerca a los demás, además mostrarnos como queremos que nos vean, mirarnos para saber como queremos mostrarnos. Hoy cada uno tiene una imagen que construye y comparte, que nos refleja ante los demás.
También cómo todos somos más consientes de vernos, ser consientes de qué comemos, a qué le dedicamos energía, cómo estoy por dentro, incluso hay más cirugías plásticas en la canasta familiar que nunca. Y luego darnos cuentas de las diferencias, todos tan diferentes, es cuando mirarnos nos deja ver a los demás.
“Al arte, herramienta incalculablemente poderosa, para vitalizar la vida, experiencias, recuerdos, tocar nuestra humanidad y desde lo invisible enriquecer nuestra existencia y unirnos porque al comunicarnos nos recordamos lo unidos que siempre estamos. ” Raul Higuera.
En verdad encuentro en el juego de espejos, un caleidoscopio, tal como en el mundo que nos ha tocado ahora, donde todos somos una versión que cada uno piensa de sí mismo, pero también somos la versión de lo que reflejamos en los demás y los demás en nosotros, somos figuras formándose en nuestros reflejos constantemente. He desarrollado una relación con mi fetiche (los espejos) por varios años, explorando con ellos, jugando, haciendo maquetas en diferentes materiales, construyendo caleidoscopios y explorando, desde luego en el país de las maravillas, pues la fotografía ha sido mi intermediaria y tiene todo que ver con la luz y los reflejos. Me confieso seducido por los caleidoscopios y cómo convierten todo en geometría sagrada.
Así llega el honroso momento en que Julieta Suárez me invita a compartir y crear juntos una experiencia inolvidable para el cierre de BCapital 2017, donde el desfile sea una obra de arte en sí misma. Julieta es una eminencia en su “arte” y es para mi un honor poder crear a su lado. Ella me comparte sus últimas ideas y encuentro tan inspiradora la idea de doblar, plisar las telas una y otra vez para pintar de otro tono las comisuras de cada pliegue, que al abrir da el efecto de una geometría sagrada. Le compartí toda mi investigación sobre los reflejos y empezamos la exploración creativa que ha sido toda una maravillosa experiencia, un trabajo de co-creación y de mutua inspiración.
Julieta Suárez y yo estamos construyendo una experiencia que junta en el escenario dos extremos, del cielo descienden telas con fotografías claro oscuras que de manera misteriosa revelan zonas del diseño de Julieta y que en la mente arman su secreto; mientras del suelo emergen columnas de tres caras hechas en espejo donde todos los invitados se reflejan. Las telas sutiles y suaves respiran de manera orgánica. Las columnas se imponen y la luz se va, regresando solo dentro de las columnas de espejo, pero esta vez como la luz es más fuerte dentro los espejos se vuelven traslúcidos y podemos ver dentro de cada uno una mujer, reconociéndose, contemplándose, respirando, explorándose, jugando, como un renacer. Este efecto óptico produce que dentro de cada columna de espejos se de otra dimensión, donde el reflejo de la modelo se refleja en sí mismo infinitamente y de repente se arma una tremenda coreografía con cada movimiento de la modelo.
Eso es lo que siento que sucede con esta fusión, que generará una experiencia como ninguna, un recuerdo vivo de ella, una exploración majestuosa y admirada por el tiempo, pero sobre todo un espacio para que el espectador esté presente, no pensando en el pasado ni en el futuro, sino que la experiencia embelese al punto que sea toda una meditación.
Y comienza entonces el sonido y el desfile, intercalando con un juego de luces, pasando de una dimensión más abstracta a una donde las modelos en pasarela se reflejan desde fuera en los espejos. Todo un juego óptico que sumergirá a los invitados en un espiral, en geometría sagrada, en la coreografía, la belleza y la majestuosidad.
En este proceso nos hemos inspirado mutuamente, pensando también en estampar fotografía de la luz refractada a través de un vidrio, a través de las hojas, de los dedos de las manos…
queremos que los asistentes se lleven la experiencia del caleidoscopio consigo para que se inspiren a que cada día, al menos por un momento, tengan un espacio para traer un poco de lo invisible a esta dimensión. Estamos en un renacer en todos los sentidos.
Raúl Higuera.
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