La arquitectura, los iconos religiosos, la música y la filigrana de Mompox fueron fuente de inspiración para la colección de Faride Ramos en Plataforma K. En blanco puro, la organza de seda y el algodón fueron los absolutos protagonistas de una identidad local que habla un lenguaje global, capaz de traducir la esencia de un patrimonio de la humanidad como lo es el municipio de Mompox y de contextualizar el origen de la diseñadora sin caer en los clichés de la obviedad cuando se habla de identidad colombiana.
La diseñadora momposina usó siluetas contemporáneas como las faldas de corte alto y por debajo de la rodillas con top cortos arriba de la cintura, así como las mangas acampanadas y los vestidos túnica en forma de globo para reflejar toda la identidad de un pueblo que desde tiempo atrás escucha la banda del pueblo tocar las canciones de viernes santos. Al ritmo de una de esas canciones de 1830 las modelos se mimetizaron con los muros decorativos hechos de croché, los cuales simularon el trabajo de orfebrería característico de la zona, así como la silueta de la arquitectura del lugar.
El trabajo de bordados sobre la organza fue inspirado en las custodias y acompañado por la joyería de Orlando Blanco quien a su vez replicó de manera abstracta esa pieza de oro donde se guardan las hostias.
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