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ndrés Pajón debutó en Colombiamoda hace ya una década, fue en la pasarela NonStop (2014), creada para destacar talentos emergentes y prometedores. Sin embargo, fue su pasarela en Colombiamoda 2015 la que, a nuestra manera de ver, marcó un hito en su carrera porque puso el tono sobre su capacidad de articular distintos oficios y artesanos de la costura en torno a su propuesta de diseño. Desde entonces he seguido su desarrollo como marca y el trabajo firme y constante de sus dos creadores, Andrés Pajón y Felipe Cartagena.Escarlata: el aroma del rojo. Andrés Pajón
A diez años de ese debut nos encontramos con Escarlata, una colección que mantiene vigente y evolucionada esa dinámica de hacer de cada prenda una muestra de la artesanía fina que se puede hacer en Colombia. El leitmotiv de esta colección fue “preguntarse sobre lo esencial, por aquello que enciende la emoción cada día…”, dicen los diseñadores, y “solo bastó cerrar los ojos y escuchar los latidos de un corazón Escarlata”. Esa una palabra sonora, sin duda, es la sonoridad de un color que expresa prestigio, poder y majestad, nada muy alejado de los valores que subraya una prenda de Andrés Pajón.
La locación fue el Claustro San Ignacio, en todo el corazón de Medellín, un edificio del siglo XIX que fue convento franciscano. En el siglo XVII se decretó el escarlata como color cardenalicio, así que quedó simbólicamente asociado a la autoridad y el honor en entornos eclesiásticos. En sintonía con esto, una luz escarlata bañaba el recinto perfumado con el aroma de Escarlata —la fragancia que Andrés Pajón lanza este año en Colombiamoda—. Al cierre, llovieron pétalos de rosas mientras All Is Full of Love, de Björk, daba una nota de recogimiento al momento, anunciando así un final totalmente apoteósico y emotivo.
Es una colección que recopila el vocabulario de diseño que Pajón y Cartagena han construido en esta década, basado en la suntuosidad de los textiles y los bordados, en la incorporación de estampados en piezas de celebración, y en una siluetas que revelan y exaltan el cuerpo. Todo en negro, blanco almendrado, azul marino, azul real y escarlata. Resulta emblemática la pieza de cierre, un vestido negro con un espectacular corazón bordado en el corpiño enmarcado por un drapeado —un bordado de Amarpo—. Igualmente el trabajo de corsetería y el uso de tul bordado sobre una base color piel, sugiriendo el encanto de una desnudez velada.
Finalmente, decir que fue uno de esos desfiles cuya puesta en escena no solo genera emociones sino también imágenes memorables, imágenes retinales, de esas que se registran en la memoria y que, seguro, quedarán grabadas en los anales de la historia de la moda en Colombia.
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