En España la conocen primero por las formas y siluetas y luego por los colores, de hecho cuando le preguntan por las formas argumenta que nunca le interesó diseñar para mujeres que les gusta vestirse con prendas ajustadas: “no me interesa ese tipo de feminidad, nunca he creído en esa sensualidad donde hay que mostrar los senos y usar prendas ajustadas” y es que los vestidos de Agatha Ruiz de la Prada están cargados de geometría y volumen exuberante con los que esta diseñadora creó un universo que hoy en día tiene un lenguaje único con verbo propio: “agathizar”.
Por otro lado su aversión por el negro es porque cree que el mundo de la moda han exagerado en la utilización de este color y se han inventado, según ella, la cosa más cursi: que para verse elegante hay que vestirse de negro.
Sus trajes con aros, trajes caja y trajes kilométricos, adornados con estrellas, corazones y flores, se han presentado en las pasarelas de Madrid, Barcelona, Milán, Berlín, Kyoto, París, Nueva York y Medellín y se han replicado en sillas, baldosas, mesas, taburetes, perfumes, alfombras, velas, vajillas, lámparas, sofás, portadas de libros y discos, pijamas, sábanas, toallas, ropa para niños, cuadernos e incluso habitaciones de hotel, sin embargo, lo que es claro es que todas estas colaboraciones y licencias surgen de manera orgánica, sin estrategias de marketing aparentes y con un grado de desenfado que seduce al público y a sus aliados.
En Colombia esta creadora es una rock star, le piden autógrafos, fotos y la tratan como toda una celebridad, de hecho hace tres años llenó la Plaza de Toros La Macarena y los asistentes aplaudieron y la ovacionaron hasta hacer retumbar la estructura, ” y es que cuando hacia la maleta para venir a Colombia, sabía que podría traer zapatos de tacón alto porque aquí no me dejan ni caminar, todo es perfecto, siempre hay un choche que esta listo para mi, mientras que cuando estoy en Venecia tengo que llevar zapatos cómodos pues me hacen subir y bajar más de 50.000 escalas, pero claro yo esto no lo podría contar en España porque dirían: esta tía es una mentirosa, eso no le pasa, se lo ha inventado, pero que bueno que tu estuviste allí, es que fue verdad, fue alucinante.” Por lo que afirma que cada semana al año que pasa en Medellín experimenta emociones exuberantes y divertidas.
Al final al preguntarle por el significado de los colores contestó: La verdad los colores no tiene significado para mi, ni los corazones ni nada de eso, yo trabajo con ellos, eso es todo, porque soy una mujer que creció en los años 60 donde el movimiento hippie y el arte Pop eran parte de la cultura, así que si tuviera que definirme… después de ver un día una exposición de arte de la época entendí que yo era eso, una mujer Pop.”
Sin misterios y en una conversación espontánea que le fluye antes de que uno termine la pregunta, Agatha Ruiz de la Prada tiene un proceso simple y sencillo de creatividad: mantenerse ocupada, y una estrategia: dejar que la vida la sorprenda como cuando al sonar el teléfono en su estudio le dijeron que la embajadora de Colombia en España quería conocerla, además, de tener como único proyecto futuro: la supervivencia, suponemos en un mundo que nunca creyó que sus diseños y su arte se podían llevar puestos y convertirse en un negocio ejemplar.
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