Suscribete a nuestra comunidad y recibe los últimos articulos de cultura de moda Fashion Radicals ¡directo a tú inbox!

Apuntes sobre Coco Chanel… (Segunda parte)

Por William Cruz Bermeo

Chanel vestida de cárdigan y tejido de punto. (1918)
© TopFoto/Roger-Viollet.

A Chanel le entusiasmaban las novelas, en 1946 le comentaba a su gran amigo Paul Morand que había compartido la vida con personas muy inteligentes y cultas que se extrañaban de sus conocimientos, pero que más extrañeza les hubiera causado saber que ella había aprendido a vivir en las novelas. Probablemente La dama de las camelias era una novela que conocía bien, pues de joven había visto en París a la legendaria actriz Sarah Bernhardt interpretando a Margarita Gaultier, el personaje central de esta novela escrita por Alejandro Dumas en 1848. Básicamente, la obra cuenta la tragedia de una hermosa cortesana y su amor imposible por un joven caballero; una historia que en parte se parece a la de sus primeros años como mantenida de Étienne Balsan, su primer amante, pero sobre todo a la de su funesto amor con Boy Capel. En el contexto de la misma obra, la camelia era interpretada por el público de la época como símbolo de la devoción hacia un enamorado debido a que se trata de una flor duradera, pero además la novela había ayudado a que el público también asociara la camelia con el mundo de las cortesanas. Ahora bien, de acuerdo a la moral de la época llamar cortesana a una mujer no era algo propiamente halagador, pues la palabra definía a mujeres que llevaban una vida burguesa pero irregular, es decir, mantenidas por amantes ricos a cambio de compañía y favores sexuales. En resumen, la camelia era todo menos un símbolo de recato y asertividad moral pero Chanel encontraba en ella otros valores que expresaban su visión de la forma y la moda: “su redondez perfecta, casi geométrica y su refinada elegancia”[1], por eso la adoptaría como emblema de su casa; pero al incluirla dentro de su bisutería, prendas y accesorios, consciente o no de la situación, estaba cambiándole su valor simbólico, pues la camelia pasaba de lo indecoroso al respetable mundo de las burguesas clásicas de 1939, año en que introdujo la camelia en su universo creativo. Hoy pocas mujeres saben que la ilustre camelia pegada a la solapa de un traje sastre, adornando los zapatos o formando bisuterías, alguna vez representó a las demi-rep, como llamaban a esas mujeres que a los ojos de la sociedad francesa solo eran respetables a medias.

Publicidad de la fragancia Coco Mademoiselle. Década de 2000. © Chanel.

La camelia es una flor especial porque carece de aroma, y así no lo tenga el universo Chanel reclamaba su propia fragancia. De modo que hacia 1918-19 mademoiselle Chanel estaría planeando la creación de un perfume cuyas características serían todo lo opuesto a lo que ya existía. Conociendo los planes, su amiga Misia Sert le comentó de una maravillosa fórmula encontrada en un manuscrito del siglo XVI, que revelaba la composición de la fragancia usada por las Medici y de la cual se decía que era la responsable de garantizarles belleza y juventud eterna; entusiasmada con la idea, Chanel pagaría por el manuscrito el equivalente a unos 10.000 dólares[2] de hoy. Esa sería la etapa preliminar a la creación del Chanel No5 y lo que siguió en adelante, a pesar de que hoy se debate entre mitos y realidades que incluso cuestionan su originalidad. Lo cierto es que en 1920 el famoso perfume ya estaba creado; salía del laboratorio del perfumista Ernest Beaux y su aroma cumplía con su idea de crear una fragancia que oliera a mujer, además el diseño del envase era tan sobrio y sencillo como las prendas que ella creaba. Como solía suceder con todo lo que se incorporaba a su universo creativo, el perfume se oponía a toda norma existente en la industria perfumera; pues era una fragancia evidentemente sintética —como las piedras falsas de su bisutería―, que no olía a flores, tampoco tenía un juego de nombres cursi y el envase se parecía más a un frasco de farmacia que a las botellas con florituras un tanto art nouveau que todavía se producían. Así, si eligiéramos una palabra para definirlo sería síntesis, primero porque su aroma —aunque complejo, compuesto por ochenta ingredientes― se fijaba con aldehídos, el último avance en química que permitía garantizarle duración; segundo porque su nombre correspondía a la variación número cinco de todas las pruebas que se hicieron y tercero, pero no por ello menos importante, el envase cuadriforme replicaba la síntesis de sus vestidos, los cuales concedían protagonismo a líneas que acotaban perfectamente la silueta.

¡Que mi leyenda siga su camino, le deseo una feliz y larga vida! Chanel.

Al hablar de Chanel no podríamos pasar por alto su célebre insignia de la dos letras CES entrelazadas (CC) y su origen también se funde en el mito. Versiones aseguran que el mismo símbolo se encuentra en distintos castillos franceses, que estuvo emparentado con la reina Claude de Francia como monograma de la expresión candidior candidis, la más bella entre las bellas, y que posteriormente Catalina de Medici lo adoptó como su sello personal. Teniendo en cuenta que el origen del Chanel No5 se remonta a una fórmula de la casa de las reinas Medici, para Chanel esta coincidencia pudo resultar atractiva; sin embargo, una visión más romántica nos permite interpretar el CC como el símbolo de aquellos apellidos que nunca llegaron a unirse: Chanel y Capel, o como las argollas rotas de una unión marital que nunca se consumó.

Es así como se ha construido la historia de Chanel, con fragmentos de realidad y ficción. Y del mismo modo se construyó su estilo, con partes provenientes de los mundos femenino y masculino; del deporte, del trabajo y las cortesanas. Por esto nunca se equivocó al decir: ¡Que mi leyenda siga su camino, le deseo una feliz y larga vida!, pues pensaba que la leyenda tiene más vida que el sujeto, que la realidad es triste y que sobre ella siempre se preferirá a la imaginación.

 


[1] Casa Chanel, comunicado de prensa apropósito de Camelia, colección de alta joyería. Hacia 2008.

[2] Mazzeo, T. J. (2011) El secreto del Chanel No5. La historia íntima del perfume más famoso. Barcelona: Indicios.

compartir
2 Responses
  • […] Apuntes sobre Coco Chanel… (Segunda parte)  » http:// http://www.fashionradicals.com […]

  • […] …A Chanel le entusiasmaban las novelas, en 1946 le comentaba a su gran amigo Paul Morand que había compartido la vida con personas muy inteligentes y cultas que se extrañaban de sus conocimientos, pero que más extrañeza les hubiera causado saber que ella había aprendido a vivir en las novelas. Probablemente La dama de las camelias era una novela que conocía bien, pues de joven había visto en París a la legendaria actriz Sarah Bernhardt interpretando a Margarita Gaultier, el personaje central de esta novela escrita por Alejandro Dumas en 1848. Básicamente, la obra cuenta la tragedia de una hermosa cortesana y su amor imposible por un joven caballero; una historia que en parte se parece a la de sus primeros años como mantenida de Étienne Balsan, su primer amante, pero sobre todo a la de su funesto amor con Boy Capel. En el contexto de la misma obra, la camelia era interpretada por el público de la época como símbolo de la devoción hacia un enamorado debido a que se trata de una flor duradera, pero además la novela había ayudado a que el público también asociara la camelia con el mundo de las cortesanas. Ahora bien, de acuerdo a la moral de la época llamar cortesana a una mujer no era algo propiamente halagador, pues la palabra definía a mujeres que llevaban una vida burguesa pero irregular, es decir, mantenidas por amantes ricos a cambio de compañía y favores sexuales. En resumen, la camelia era todo menos un símbolo de recato y asertividad moral pero Chanel encontraba en ella otros valores que expresaban su visión de la forma y la moda: “su redondez perfecta, casi geométrica y su refinada elegancia”[1], por eso la adoptaría como emblema de su casa; pero al incluirla dentro de su bisutería, prendas y accesorios, consciente o no de la situación, estaba cambiándole su valor simbólico, pues la camelia pasaba de lo indecoroso al respetable mundo de las burguesas clásicas de 1939, año en que introdujo la camelia en su universo creativo. Hoy pocas mujeres saben que la ilustre camelia pegada a la solapa de un traje sastre, adornando los zapatos o formando bisuterías, alguna vez representó a las demi-rep, como llamaban a esas mujeres que a los ojos de la sociedad francesa solo eran respetables a medias.  …Leer más… […]

¿Qué piensas acerca de esto?