Debido a un polémico y discriminatorio artículo publicado en uno de los medios masivos mas importantes de Colombia, es necesario confrontar a su autora con argumentos que refuten su idea de pontificar moralmente sobre el cuerpo.
En la película Being Fat Like Me, donde una atlética muchachita se hace pasar por gorda, grabar su experiencia, y así ganar un concurso de documentales, hay una frase cierta sobre el cuerpo, la moda, y sobre todo, la obesidad: “Todos se creen con el derecho de establecer control sobre mi cuerpo. De opinar sobre el”. Y en este artículo, tan polémico el día de ayer, eso queda más que comprobado: Muestra que en Colombia, eso es un hecho. Un hecho que se difunde tácitamente en medios masivos dirigidos a un grueso de población que dista mucho de ser como los ideales tipo Vogue, o Harper´s Baazar , y que, seamos sinceros, no se identifica con estas revistas del todo.
Y por esto, es necesario ilustrar sobre un tema que va mas allá de “comerse una bandeja paisa en el desayuno” : Para refutar de una buena y certera vez todos esos mitos sobre quienes no cabemos en ese sistema moda, en ese sistema social cuyos valores no están hechos para nosotros.
Podríamos comenzar con cifras, por ejemplo. Podríamos decir que el 55,2 por ciento del género femenino sufre de sobrepeso y el 16,5 de obesidad ,según la Encuesta nacional de la situación nutricional en Colombia (Ensin) . Que en Estados Unidos un 63% de las mujeres también son de talla extragrande. Y que la Organización Mundial de la Salud ha calificado a la obesidad como la epidemia mundial de este siglo en curso . Si, podríamos decirle todo esto a la autora , pero no lo entendería todavía. Desde su contexto no lo entendería, ni entenderá que todo ese grueso de población, literalmente, es consumidor de moda, y sufre de presión social por precisamente, creerle el cuento a la sociedad y a los medios en general (no todos), de que ellos no pueden tener estilo. Ni siquiera ser aceptados. Ni siquiera ser válidos.
En la Revista Carrusel, el año pasado, hablé de las fatshionistas, mujeres que han adaptado lo que les ha brindado la moda, convirtiéndose en ícono de muchas que se creían excluidas de su sistema y su industria. Hablé de Tara Lynn, de la Vogue Italy y su sección curvy. Progresos en cuanto a la imagen, a la diversidad que esta presenta, a lo que la moda, en su contradicción, ha aceptado a veces a regañadientes. Pero el artículo de Alejandra Azcárate nos devuelve los pies a la tierra, y nos muestra que ella solo puede ser producto de ese doble juego que yo denuncié en ese artículo: Te queremos, gordita, pero bien lejos. Si, gordita, ámate, y puedes comprarte la falda H &M, pero si no hay de tu talla es TU culpa.
Y vamos a lo peor: En Colombia, se huele tácitamente en las publicaciones, ser gorda sigue siendo un motivo de discriminación social, mediático, sexual, así quieran decirnos “quiérete”, por todos lados.
Yo me quejaba de que porqué nunca íbamos a tener a una Tara Lynn, y ya encontré la respuesta: Mientras no exista una postura clara de nuestros propios medios de nicho, una posición editorial coherente, y sobre todo, que invite ver a las mujeres de talla grande mas allá de un fenómeno “de moda”, o un fenómeno de circo, estamos en nada. Culturalmente, no hay nada que hacer, es mucho mas complejo. Se establece una Ley Antidiscriminación para que el Estado caiga parado y se muestre políticamente correcto, pero su ejecución es tan absurda como la Ley de Talles en Argentina y España: Solo responden a una cuestión mediática, de opinión pública, de políticas apresuradas de Salud Pública. ¿Dónde están los detalles de su implementación? ¿Donde hallamos cubiertos a sus excluidos, por ejemplo las gordas de las que no solo se burla Alejandra Azcárate, sino cualquier tipo en la calle, y que son discriminadas en los trabajos?
Y todavía no termina el Memorial de Agravios. Seguimos pensando que lo que nos venden como “ideal” es lo ideal. A veces pienso que con titulares tan determinantes como “Tips para verte como una mujer parisina”, no hablamos de una revista que debe llegarle a un público de otro contexto, adaptarlo gráficamente a sus necesidades, de una revista del siglo XXI que entiende a qué le apunta, sino a un magazín del siglo XIX que reproducía precisamente, todos estos estereotipos*. Si así es, que podemos esperar…
Entonces, como expliqué en el post que inauguró este espacio, no importa si dejamos a un lado la exuberancia latina, si consideramos a las curvas vulgares. Todo eso es lo “negativo”. Mujeres como Azcárate, que encarnan la celebridad ideal, y así mismo, el ideal europeo de talla 0, cabello desvaído, el maniquí donde colocar la ropa, por no decirlo de otra forma, son las únicas que pueden ser válidas en este colonialismo tan rampante y violento que tenemos en cuanto a la imagen femenina. Y un colonialismo contradictorio, como ya lo expliqué. La flaca es bella y la bella lo debe tener todo. Una falacia, si comparamos, aunque hacerlo sea odioso, a Stéphanie Zwicky o a Nadia Aboulhosn con nuestros” ídolos “nacionales de estilo, por no mencionar a la autora de esta columna.
Pero vamos a lo pesado del asunto : La autora ignora puerilmente lo complejo que resulta ser gordo con todo lo que ya expliqué. Se salta factores de salud, por ejemplo la constitución, las hormonas, los genes. Y por ello, como buen ejemplar de un sistema social discriminatorio (por no decir grupo, porque estaría generalizando), se atreve a dar calificaciones morales a alguien que no cabe dentro de su sistema imaginario. No es de extrañar en un país donde los chistes de gordos, como los de negros y pastusos, son pan de cada día. La mujer gorda es un sujeto, según Azcárate, que carece de toda voluntad sobre el cuerpo y representa “las ventajas” de la liviandad. La asocia con el desenfreno y con el desorden. Ella, como muchos colombianos que ahora trinan en su contra, solamente muestra lo que un sistema cultural siempre le ha dado: Si no eres como yo, rehúsate a ser calificado y empaquetado. Y denigrado, por supuesto.
Miren lo que le pasó a Karl Lagerfeld por hablar de Adele con calificativos que se vieron como morales, precisamente. Le tocó disculparse ante la artista, que defendió su gordura ajustándose a que representaba la mayoría. Ni siquiera tenía porqué haberlo hecho, con un prontuario musical impecable, al ser ídolo de jovencitas que como ella, han sufrido todo tipo de vejaciones por su gordura, y no terminan de aceptarse como son, ni conseguir un baggy de su talla en una gran tienda ante la mirada reprobatoria de las vendedoras.
¿Se disculpará Alejandra Azcárate? ¿Ahora veremos una sobre población de producciónes con chicas plus-size? Quisiera que no. Porque demostrarían que mas allá del juzgamiento que le hacen a un gordo por ser como es, por su imagen, mostrarían una moral precisamente, doble. Lo políticamente correcto, sobre todo en la imagen y la moda, siempre ha sido un despropósito.
*Las revistas femeninas de aquellas épocas mostraban, como era la usanza, que lo europeo era lo mejor, y lo imponían a tontas y a locas. Para mayor información, lean: “A Plomo Herido”, el libro de Maryluz Vallejo, sobre la historia del periodismo en Colombia.
Actualización a las 10:20 p.m del 5 de julio: Efectivamente, la directora del medio masivo se disculpó con las lectoras, aduciendo la publicación de la columna a la libertad de expresión y divergencia periodística. Dos preguntas: Si es así, ¿porqué a una blogger de allí mismo le pidieron rectificar su columna y no a Alejandra Azcárate?
Segundo, un director de un medio masivo debe ser consciente de lo que se publica, porque así mismo se representa la revista. ¿Tendriamos entonces que ver otro artículo discriminatorio, o peor mal argumentado, contra algún grupo en general, solo por el hecho de tener “libertad periodística”? Un medio que promueve cierto tipo de imagen femenina debe sustentarse mas allá de la opinión de una celebridad, lo que desdice mucho de su criterio editorial (ni hablemos de moda porque ahí si…)
Tercero: No es de extrañar la reacción de las mujeres. Sra. Directora, ellas ya no mueren por parecerse a Joan Crawford usando el Jabon Lux. Queda claro que algunas ya toman conciencia de la fuerza de su imagen individual.
Por último, como suponía, Alejandra Azcárate no se disculpó. Dijo que le dábamos demasiada importancia. ¿Pero qué sería de Alejandra Azcárate sin importancia? Arrogantemente contradictoria. Y por cierto, ninguna columna es lo suficientemente “light” al hablar de la imagen, un pilar de nuestra sociedad actual. Nadie se puede reir de una realidad tan compleja, tan diversa, que afecta a millones de personas en el mundo. La imagen, Azcárate, es un tema mas profundo de lo que usted lo quiere hacer ver.
1 Response
Antes gorda que mensilla. « Poly-chan!! Friki blog
julio 12, 2012[…] http://en01-ams.stablehost.com/~radicals/2012/07/05/cuestiones-de-talla-cuestiones-morales/ […]