Crónica que narra como es posible conseguir estilo en la moda masiva y “popular”.
En la parte 1 del tema de la moda masiva, traté desde mi punto de vista de establecer una crítica hacia las pocas opciones que ofrecían la mayoría de lugares y de marcas masivas para las mujeres; por las pocas siluetas que encontraban, y que no iban mas allá de lo conocido, o porque para las de tallas mas grandes ha sido casi imposible encontrar algo deslumbrante.
Pues bien, hace poco, por intermedio de Laura Agudelo, La Pesada de Moda, conocí a Gabriel Mosquera Alvarado, director de la Feria de la Confección Mayorista de El Gran San (ya pasó la IV versión), quien recopila las tendencias y las vende a los grandes confeccionistas en el Centro Comercial, con su equipo Conexión de Moda. Gracias a ellos dos pude volver a recorrer todo el edificio, ubicado en el céntrico y tradicional barrio de San Victorino.
En medio de lo caótico que resulta el sector, me atrevo a afirmar que está plagado de tesoros, sobre todo para los amantes de la belleza, los accesorios y sobre todo, de la economía. En “La Pajarera” encuentran todos esos accesorios que en otros lugares encuentran más caros. Vale la pena si están dispuestos a subir tres pisos y atravesar mares de gente, oleadas de calor, zaguanes y recovecos viejos repletos de fantasía y maxi-collares, entre otros objetos de deseo. No apto para claustrofóbicos.
El Gran San queda llegando al parque del Tercer Milenio, por los lados del antiguo comercio de los vestidos de primera comunión y 15 años sobre la décima. Cerca también al Pasaje Rivas. Algo que me dice que un lugar nunca pierde su carácter, solamente lo transforma. Yo realmente, estaba predispuesta. Ya había pasado varios chascos en allí, sobre todo en la peor época del año para comprar en cualquier lugar, las fiestas navideñas. Entre más gente de la que pudieran encontrar en cualquier lugar en Navidad, no encontraba nada de ropa. Lo que me probaba, no me terminaba de gustar. Y, a excepción de una o dos tiendas, donde pude ver un vestido al estilo de los años 40, con cuello de qipao y estampado de flores, no había nada que me incitara a comprar algo más en el centro comercial. Y eso fue en 2009.
Pensaba, prejuiciosa de mí ,y creo que muchos lo piensan, que allí solo podría encontrar ropa como para uno de esos videos de música tex-mex, ya saben. El look de cabellos larguísimos y de rayitos prefabricados (más alisado no se puede). Jeans levantacola con imitaciones de Swarovski en la parte trasera. Blusas pegadísimas también de brillantes, y botas tejanas que definitivamente… me hicieran odiar las botas tejanas (aún más). Pero todo fue diferente esta vez. En esa superestructura, repleta de locales comerciales, y donde uno fácilmente puede perderse, con la ayuda de Gabriel , el equipo del Taller del Cliente de El Gran San y el equipo Conexión de Moda , (quienes los que se encargan de hacer que los confeccionistas de El Gran San estén en consonancia con las tendencias globales) pude ver que estas son reinterpretadas por los confeccionistas locales según la demanda. Y lo mejor: encontré piezas que añoraba desde hacía tiempo, a precios increíbles .
No puedo negar que vi lo mismo de siempre, y otras interpretaciones de las tendencias como el neón y el encaje que me parecieron desconcertantes, tal y como pueden observar en los mini-vestidos o la blusa neón encaje strapless que solo alguien con un torso perfecto se podría poner. Desconcertantes, porque es una silueta que desde mi contexto y mi concepción suelo repudiar, pero que para alguien de un pueblo meridional sería apenas normal. El gusto es algo relativo, pero en el Gran San se va a la fija. Al menos en muchas cosas. En otras, uno se da el lujo de escoger.
Gabriel tenía una explicación para ello: El se encarga de recopilar con su equipo de sociólogos, publicistas y otros especialistas en moda y humanidades , todas las tendencias del año. Luego, las vende en su Informe de Moda. Da una guía a los confeccionistas de lo que se usará, recopilando lo mejor y mas resaltable de cada editorial, desde Harper´s Baazar hasta la comentada colección Spring 2012 de Marc Jacobs para Louis Vuitton, que salió a comienzos de este año , y que va a poner a la mayoría de mujeres en los pueblos y barrios populares, así sea tardísimo, a vestirse como una malteada gigante, ya explicaré porqué.
Porque ya está en ellos ver “qué pega”. Es decir, ¡todo se reduce a los efectos de demanda! Gabriel no pudo negarme que acá estamos atrasados en cuanto a lo que las grandes capitales ya exponían (y tiene razón, lo que mas pegaba cuando fui eran las flores, y ya hace rato estaban demodé), pero que “esa distancia se va acortando poco a poco”, manifestó. Es decir, si la mayoría quiere blusita strapless de material viscoso o que rememore a la Lycra… pues solo eso habrá.
Me surgieron dudas. Primero, ¿cómo hacían para confeccionar algo nuevo, para una clienta exigente que cayera aquí de por casualidad, algo distinto a lo que la demanda en general les pedía? Segundo: me gusta el esfuerzo por acercar las tendencias, pero ¿porqué no se arriesgan los confeccionistas? .
Gabriel me respondió que muchas mujeres de otros lados y otros contextos (cof, cof) venían y encontraban lo que veían en las revistas de moda, y lo compraban para venderlo mas caro, desentrañando a su vez, lo que hay detrás, muchas veces, del sonado prestigio de la venta informal. Se maravillaban de los precios y de que encontrasen algo más. Por otro lado, si los confeccionistas veían que por un arranque de originalidad esa prenda “no pegaba”, la liquidaban, tan sencillo como eso. Y se agotaba. En lo otro, son cuestiones de mercado. Cuestiones de mercado, o cuestiones de caza, no lo se: Basta con ir a uno de los madrugones para ver como las piezas se agotan y se van por montones, a invadir tiendas de pueblos, ciudades medianas, barrios y localidades del sur, centro y occidente de Bogotá, por hablar de distancias mas cortas.
Igual, estaba un poco desanimada, porque sabía que nunca le podría pedir a un fabricante de jeans un bota-campana doble talla (y nunca lo intenten, plus size girls, se llevarían un chasco). Si quería un jean, tendría que conformarme con la maldición del entubado para siempre. Pero en el recorrido me di cuenta de que a falta de muchas opciones, habían otras si se sabía buscar. Como dijo Vanessa Rosales, de Vanguard Style, en su editorial con el Éxito: “Solo es cuestión de aguzar la mirada”.
El que busca, encuentra
Al comienzo me resultó imposible, entre tanta marea de color, de rayas neón, de cinturones neón, de flores en todo tipo de estampados. Es decir, no sabía lo que quería encontrar, pero si lo que no quería. Luego recreé la vista: Encontré blusas neón con sus cadenitas, que me recordaron las épocas entre 1984 y 1987. Se exhibían con todo orgullo los maxi-vestidos, que creí que jamás encontraría aquí, también neón, y de rayas, que ya puedo ver en algunos pueblos, siendo los protagonistas estelares de las vitrinas.
Y mas vestidos, piezas de los tempranos 60 con sus propias concepciones del neón : Negro total, zurcado por coquetas rayas de amarillo o azul rey, un color que estaba en furor , al igual que el salmón, donde quiera que volteara a mirar. Había un pantalón verde esmeralda que me enloqueció, al tener bota- campana, pero obvio, por mi (exceso de) talla, no pude comprar. Igual, los bombachos persas, aquí llamados a lo castizo “Aladdins”, seguían mostrándose por ahí , tan campantes.
Una de las mejores sorpresas fue encontrar en una tienda del segundo piso un vestido negro de silueta péplum. Yo pensaba que para el GranSan algo así era incomprensible, pero ¡no! A la semana siguiente, ya todos estaban agotados. Yo también participé del festín: Encontré zapatos Breckelle´s a precio de huevo (¿quieren ver en cuanto se los vende su amiga que se los trae de Estados Unidos, o por internet? Les apuesto a que son mas caros de lo que yo los encontré).
Había un buena variedad: con lentejuelas, toques étnicos, o de flores. Terminé por llenar de flores mi closet en aquella tienda. Encontré también faldas de esa tendencia “folk” que había visto en los maxi-sweaters de Basement, ¡faldas! Y maxi- vestidos que congregaban todas estas tendencias, y que por supuesto, no abandonaban el animal-print, tan seguido por las colombianas en estos últimos tiempos.
Poco a poco vi atisbos de la tendencia que impuso Marc Jacobs con su colección, como les mencionaba mas arriba. En un centro comercial inmenso, pude ver puntitos. Los jeans aqua que Kim Kardashian y Dakota Fanning llevaban meses atrás, y blusas de amarillo pastel, uno de mis colores favoritos, hechas para el verano. Y supongo que en los próximos meses, todas las paletas de la malteada se tomarán las calles y el centro comercial, y ni rastro veré ya del neón, que estaba en cinturones de charol, y en zapatos del mismo material que yo ya tenía desde el año pasado (¡gracias, comercio chino por internet!)
Hablando de zapatos, el asunto es otra cosa. Si, es cierto que las botas de amarrar color camel o beige no nos abandonarán en un buen tiempo, pero también vi plataformas y pumps con toques de neón, en mosaico, que me entusiasmaron. Lo mejor de las tiendas de zapatos fueron unos botines amarillo furioso, que podrían contrastar muy bien con cualquier look formal.
Ya en otros asuntos, como tejidos, drapeados y otras cuestiones un poco mas coloridas, pude encontrar piezas para el verano que resultarían osadas para alguien acostumbrado a la “sobriedad” de estos lares (un mito que me encantará tumbar en todo su esplendor, en otro post). Estaban los que no encantaban a nadie, a menos de que se sepan combinar con otro atuendo en cuestión, y los ultra fosforecentes para la playa. Pude encontrar todavía los chalecos de piel que el año pasado, a finales estaban en boga, a un precio razonable. Y encajes, algunas propuestas interesantes, otras, como ya les dije, desconcertantes. Pero que eso si, mi vecina o la prima de alguien, se pondrían.
Quedé mas que contenta en ese recorrido. Y por lo que oí y ví de la Feria, se ha dado un gran impulso para insertarla en el sistema- moda, al hacer que confeccionistas y consumidores aprendan cómo profesionalizar y darle un sentido a lo que hacen. Yo por mi parte, tuve que buscar, y buscar mucho. Pero es como en todo lugar. Desde mi experiencia, creo que en algunos aspectos, la moda masiva puede funcionar, según se editorialice, o se use, para crear otras propuestas.
También considero que es justo y necesario que los grandes medios muestren que “la mujer se puede vestir accesiblemente de tal y tal modo”. Es necesario mostrar que hay opciones, mas de las que demandan, ya que son las únicas que conocen, tanto ellos como sus lectoras. Tampoco se puede seguir supeditado desde el sector confección y lo masivo a decir “hago esto porque la gente lo quiere”, y en eso el papel de la Feria y de Gabriel y su equipo ha sido algo fundamental, pero falta arriesgarse un poco más, conocer más allá de quedarse en el cuento de que la mujer colombiana solo quiere ponerse jeans entubados levanta-cola.
Y por último, si, si es bueno mostrar otras opciones, es increíble ver que lo popular va mas allá de un imaginario estereotipado. Que igual es válido, pero que también se puede interpretar a través de múltiples opciones.
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El Gran San: Una reivindicación de la moda masiva | Placedelamode
julio 4, 2012[…] El Gran San: Una reivindicación de la moda masiva » http:// http://www.fashionradicals.com […]