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Basta con revisar la angustiante devaluación del peso para comprender que hoy somos un país mucho más pobre que antes de la pandemia. Y si miramos el resto de las economías latinoamericanas la cosa tampoco pinta muy bien. Así que en un escenario pos-Covid-19, sumado a la devaluación, continuar con una feria de moda es ya de por sí significativo.
¡Colombiamoda ya no es lo mismo de antes!
Usualmente el comentario de “esto ya no es como antes”, se hace en perspectiva estética, es decir, más desde las percepciones particulares frente a lo que se ve y anteponiendo a eso los gustos personales. Y es que en efecto, hoy no se ven las hordas de instramers mujeres vestidas de boleros, botas y sombreros de la ancha de hace una década y cuando las hay son una minoría con un tufillo más bien anacrónico. Tampoco destaca la antigua imagen de unos cuantos bloguerillos con bolso de sobre, corbatín, zapato de charol y abanico.
En lugar de ellos ronda un ejercito de chic@s de hacen de las célebres escaleras de Plaza Mayor su propia pasarela para Tik-ToK, gente que con su elaborada vestimenta y auto-figuración declara y celebra las libertades que ahora permite el vasto terreno de las identidades de género. Como en el pasado, la gente continúa ornamentándose de manera calculada para asistir a la Feria, pero ese ornamentarse ahora sigue otras pautas y estéticas. Por eso es posible ver al chico con vestido largo de noche, bordado en mostacilla y lentejuela, haciendo la fila para el siguiente desfile, mientras adentro el periodista de estética ultra queer toma asiento en primera fila y se dispone a hacer su trabajo.
Por ahí mismo, de pronto se cruza un personaje como sacado de un funeral victoriano para tomar asiento en las graderías; le sigue otro que parece haberse escapado de una película de Tim Burton, tatuado hasta la conciencia, para sentarse junto a una mujer septuagenaria y bastante curtida ella en las lides del periodismo de moda. Al frente “a new girl on the block”, posa con su esplendoroso pelo blanco, su destacada fashionablity y el carácter que le conceden los años.
No son tiempos de lamentar la cacareada presencia de diseñadores internacionales del pasado
fue una estrategia necesaria en su momento cuando Colombia requería de un posicionamiento como punto de contacto de la industria moda en Latinoamérica. Contrario a esto, hoy los esfuerzos se encaminan a emprendimientos nacionales, al compromiso social y la reivindicación de diferentes grupos poblacionales: las mujeres (Mujeres Cambiando la Moda, Inexmoda y Banco de Bogotá), los presos y pospenados (People y Grupo Éxito), las distintas comunidades del pacífico (MinCultura), por mencionar solo algunos.
El compromiso con la sostenibilidad en sus distintos ámbitos aparece como parte integral de la propuesta de marcas y diseñadores, y se expresa de distintas maneras, como el manifiesto de los diseñadores de las marcas que cerraron la pasarela de Colombiamoda: Alado, Laura Laurens, A New Cross y Priah Heritage. Mientras tanto, se hace visible la participación de comunidades artesanales y étnicas en los procesos creativos de los diseñadores. Participan firmantes del Acuerdo de Paz mediante la Red Nacional de Confecciones por la Paz (RENA-C), que reúne más de treinta emprendimientos de excombatientes de las Farc.
Definitivamente, estamos en otra era y eso es lo interesante y divertido a la vez, siquiera que Colombiamoda ya no es lo mismo que antes! Si lo fuera, sería un evento insostenible, desfasado y anacrónico. Como espacio comercial y cultural, no es más que el reflejo del tiempo en que vivimos, como escribe el filósofo Gilles Lipovestky, “después de la era de la creatividad despreocupada … ha llegado el momento de hibridar la frivolidad y la ética, la estética y la ecología”. A eso intenta responder la moda nacional hoy.
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