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La llamó ‘Epifanía’, “porque fue así, llegó ese momento de revelación, de tomar la decisión. El mercado me estaba gritando que sacara algo propio y yo estaba sintiendo que tenía que reinventarme”, cuenta.
Diego Guarnizo primera colección de moda en solitario.
Lleva años preparándose para este momento. Todo comenzó hace tres décadas como asistente de Iván Martelo, quien hacía el vestuario de `La casa de las dos palmas’.
Fue en este mundo de la televisión donde aprendió el oficio de diseñar y confeccionar prendas de vestir. Bien conocidos son sus trabajos como director de arte (vestuario y escenografía) en ‘La otra mitad del sol’, `Perro amor’, `Pablo el patron del mal’, `Laura, la santa colombiana’, ‘Las hermanitas Calle’, ‘La esclava Blanca’ y, actualmente, ‘Bolívar’.
“En esto se trata de caracterizar a los personajes teniendo en cuenta un contexto, una época, una historia. Pero siempre me he pegado del diseño de moda. Al principio, les compraba muchas cosas a nuestro diseñadores que también estaban comenzando y me vendían las pruebas de colección; fue un trabajo en llave”, recuerda.
Otro paso de preparación para este gran momento de su carrera lo dio con el Concurso Nacional de Belleza, cuando propuso uniformar a las candidatas con creaciones de diseñadores colombianos, con el fin, por un lado, de promover el diseño nacional, y por el otro, para acabar con los patrocinios por donde se colaron muchos narcos en una época.
“Era darles a todas las candidatas las mismas oportunidades”, dice.
También propuso cambiar el traje de fantasía por el traje artesanal para promover el trabajo de los artesanos, rescatar técnicas manuales y conservar las tradiciones.
Esto le permitió conocer esa riqueza cultural que hay en todos los rincones del país y le generó un compromiso eterno con ellos.
Luego vino el ‘matrimonio’ con la diseñadora María Luisa Ortiz, con quien creó la marca SOY, que ya cuenta con varias colecciones cuyo sello es la combinación del diseño de moda con el trabajo de artesanos, que busca siempre recordar nuestros orígenes, nuestras raíces, re-valorando los quehaceres manuales.
Y finalmente llega este momento: el de Diego Guarnizo y punto. “Es un sueño hecho verdad. Es otra forma de a portarle a la industria de nuestro país, de seguir construyendo nuestra identidad mirando para dentro, destacando lo nuestro, lo propio”, agrega.
La colección Epifanía
Así es como llega a Epifanía, que cuenta la historia del encuentro de dos mundos: el europeo y el americano y lo hizo a través del color y los estampados en bases textiles como algodón, seda, chiffon, organza y poliéster.
Las grafías fueron marcando distintos capítulos de esta ‘novela’.
La opulencia de los reinos de Europa y la iglesia, con estampados de joyas y símbolos religiosos, que se lanzan a la conquista de nuevos mundos.
En esas largas travesía en altamar, los colores de los atardeceres y la vida marina marcan los estampados. Pero hubo días de tormenta y temor por perder el rumbo, entonces surgen monstruos marinos.
Hasta que llegan a tierra firme, a un nuevo mundo habitado por culturas aborígenes representadas en los pictogramas recién descubiertos de Chiribiquete.
Estos nuevos destinos están llenos de color: mariposas, papagayos, flores… Guarnizo tomó un riesgo y le salió bien: no dejó espacio para un color sólido; todo fue estampación, incluso en lentejuelas grandes.
En varios estampados utilizó el patrón en forma de espejo, y en otros como un caleidoscopio.
Los vestidos largos y ligeros, marcaron la pauta en diferentes siluetas para distintas ocasiones de uso. No faltaron los quimos, chaquetas, capris y faldas midi.
Y lo artesanal no podía faltar. Guarnizo co-creó los accesorios y detalles con artesanos de distintas partes del país: dos hermosas estelas, una pechera, cinturón y mochilastejidos en chaquiras por Teresa Jacanamejoy, de la comunidad kamentsa-curate del Putumayo.
Mochilas arhuacas tejidas por la comunidad de la Sierra Nevada, otras tejidas a dedo en cumare por Enid Hurtado, de la comunidad misak-guambianos de Silvia (Cauca), y pequeños y coquetos canastos como clutch elaborados en palma tetera por María Nilsa y Liliana Grueso, en Timbiquí (Cauca).
El bejuco alin se retorció para hacer pulseras en las manos de Segundo de Jesús urbano, de San Agustín (Huila), y pequeños chigüiros, delfines, pájaros tallados en madera palo de sangre se volvieron botones, gracias a Joel Paima, de la comunidad cocama de Leticia (Amazonas).
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