P
La trayectoria internacional que la diseñadora caleña ha logrado consolidar en los últimos cinco años la hicieron merecedora de abrir las pasarelas de la semana de la moda más importante del país.
Su marca está presente en 27 países a través de 90 puntos de venta repartidos en Estados Unidos, Europa y Asia principalmente, y su nombre se ha convertido en el más visible de la moda nacional. Por eso, y porque desde el 2016 Johanna Ortiz no se presentaba en Colombia, había gran expectativa con este desfile.
Desfile Johanna Ortiz Colombiamoda 2019
La música de ‘Siboney’, con la que inició la pasarela, rompió con un escenario tapizado con hojas secas invernales y sostenido por las gélidas columnas del Palacio de Cultura, y le puso el tono tropical y cálido a la mujer Johanna Ortiz: femenina, festiva, elegante.
“Pero esta tiene un poco de rebeldía: reemplaza el maquillaje por las flores en el pelo, baila sola sobre la mesa, va descalza, es más libre”, explicó la misma diseñadora.
La forma de representarla fue a través de la flor del borrachero, también conocida como trompeta de ángel, en distintas combinaciones: sobre fondo negro en color amarillo y off white; en fondo marrón, en tonos naranjas, y viceversa; en fondo crema, en dos tonos de azul; en fondo negro, en contraste con blanco, en fondo rosa con la flor en negro.
También con siluetas más ligeras, con cortes laterales, sin perder el sello Johanna Ortiz: volantes sobre volantes -algunas veces plisados-, uno que otro bolero en diagonal y grandes moños marcando la cintura, pero esta vez nada de esto tan estructurado como en otras ocasiones.
Así es fácil imaginar que esta mujer abandona una elegante recepción para irse a una fiesta en la playa con fogata, bailando en la arena con desparpajo y comodidad.
Los puntos, que ha utilizado en otras colecciones y que siguen en tendencia, los transformó unas veces en pequeñas flores, algunas recamadas, y otras en una vasija de barro negro como la de los alfareros de la Chamba, Tolima.
En esta colección, las mangas fueron protagonistas: grandes, con volúmenes que recuerdan las tendencias de los años 80, algunas con flores aplicadas, que les dieron movimiento.
Para este desfile, Johanna Ortiz amplió la colección que presentó recientemente en Nueva York, una de las cuatro (primavera-verano, otoño-invierno, resort y prefall) que lanza cada año en esta ciudad y en París.
Pensando en ese mercado internacional es que sus looks incluyen botas y polainas, así como uno que otro suéter en cachemira y faldas de cuero en negro.
“Los diseñadores estamos obligados a presentar prendas no solo de destino, como cuando viajas al Caribe o San Tropez para huir del invierno, pues esas personas regresan y sigue hacienda frío allí donde viven, entonces tienes que darles opciones dentro de la misma colección. El resort no son solo vestidos de baño y pareos”, agrega Ortiz.
Tal vez por eso Caprice es una colección de looks, muchos con gran impacto y trabajo artesanal, pensando en el mercado, más que una historia contada a través de una variedad de prendas, siluetas y colores.
¿Qué piensas acerca de esto?
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.