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Karl Lagerfeld, un toque de humor otro de descaro

A

provisionarse de talentos provenientes de todo el mundo ha sido una de las fortalezas de la industria de la moda parisina para mantener su vigencia, y esto no era menos cierto en los años cincuenta. Corría 1954, cuando un joven de 21 años y originario de Hamburgo participó en el concurso del Secretariado Internacional de la Lana, en París. Su nombre era Karl Lagerfeld y resultó ganador en la categoría abrigos. Sería apenas el comienzo de una carrera de vertiginoso ascenso y prologada extensión, duraría cerca de 65 años.

Políglota y de compleja personalidad: «soy tres personas. Cuando hablo en inglés soy uno; cuando peroro en alemán, otro, y un tercero si me expreso en francés». Por ello era incapaz de traducir lo que él mismo había escrito originalmente en un determinado idioma, según dijo en entrevista para DW Tv. Pero quizás esa facilidad plurilingüe radicaba su capacidad para domina los distintos lenguajes estilísticos de las casas de moda para las que diseñó y los múltiples proyectos en que se involucró:

«Tengo tres trabajos: la moda, la fotografía y los libros, todos me inspiran».

De un lado Fendi, Chanel, más su propia firma homónima. Del otro, la edición y el coleccionismo de libros; se declaraba un adicto al papel y, más importante aún, un ávido lector que no leía para hablar de lo leído porque detestaba las conversaciones eruditas. Y, la fotografía, un oficio al que llegó en los años ochenta como necesidad de la casa Chanel pero que se convirtió para él en un medio de expresión de sus distintos intereses visuales, como la arquitectura, la moda y la imagen masculina. Las fotografías le gustaban «porque evocan un mundo imposible de reproducir, un estado desaparecido para siempre».

Karl Lagerfeld en los años 70

Karl Lagerfeld

 

Y aunque detestaba las conversaciones eruditas, sus declaraciones irradiaban esa erudición que resplandece en las palabras de quien recurre al silogismo para expresarse. Es, sin duda, el diseñador al que más documentales se consagraron en vida, así como Chanel es la diseñadora más biografiada hasta hoy.

Si se comparan documentales como Lagerfeld Confidential, ZonaDocu: Karl Lagerfeld, Karl Lagerfeld Sketches His Life con las declaraciones del libro El mundo según Karl salen a flote la coherencia de discurso y la racionalidad de sus ideas, por lo que el libro no resulta ser la argucia de un hábil editor sino la transcripción de esa erudición que caracterizaba el señor Lagerfeld.

Sus declaraciones, sin embargo, no estuvieron exentas de polémicas. Ya en los años setenta era temido por su agudeza al comentar sobre otros diseñadores: «Comparados con nosotros, los demás no hacen más que trapos», le susurró al diseñador Valentino cuando recorrían la exposición retrospectiva del italiano celebrada en Roma, en 2007.

Pero declaraciones como «detesto a los bajitos. Son los hombres más malignos, amargados y rencorosos que existen», u otras más tristemente célebres como «el mayor incentivo para perder peso es la moda», sumadas a sus comentarios sobre el peso de celebridades como Adele o su parecer frente al movimiento #MeToo, no hacían más que ratificar su total aversión a la corrección política: «si hay algo alejadísimo de mí, es lo políticamente correcto». «Hay que hacer las cosas que se supone que uno no debería hacer». Además, le suma al aura de leyenda que ya empezaba a forjarse en vida pues, según él mismo, «un toque de humor y un punto de descaro […] es lo que una leyenda necesita para perdurar». Le fue fiel a eso.

 

Karl Lagerfeld (né en 1938), couturier allemand, 1970.

Karl Lagerfeld (né en 1938), couturier allemand, 1970.





 

Esta actitud despreciativa hacia temas dominantes o en riesgo de convertirse en moneda gastada por su manoseo mediático, indican en Lagerfeld el ethos de un dandi moderno, en cuya conciencia vive la idea de oponerse a lo convencional y discursivamente trillado, así sea él mismo: «Lo último que puedo hacer es definirme: mañana puedo ser lo opuesto de lo que soy hoy». Para él, cambiar era «la manera más saludable de sobrevivir».

Sin embargo, aunque huía de lo convencional nunca aportó a la historia de la moda la invención de una nueva prenda o silueta. Hubiera deseado inventar la camisa blanca porque, según decía, «es básica [y] todo lo demás viene luego».

¿Entonces cuál fue la principal invención de Karl Lagerfeld?

De un lado, Lagerfeld fue pionero de la naciente concepción del oficio de diseñador de modas instalada hacia finales de los años 1950. Hasta la gloriosa era de Dior, también en aquella década, se esperaba que los diseñadores inventaran un estilo indumentario que los definiera, dictaran la moda y radicalizaran los cambios de silueta proponiendo otras nuevas, una temporada tras otra.

Bajo la nueva concepción, se necesitaban diseñadores en capacidad de interpretar múltiples estilos, ya digeridos y exitosos, para así mantener vigentes las glorias del diseño de modas francés que habían echado raíces a inicios del siglo XX. El nuevo diseñador era un prestador de servicios, una ficha adaptable a múltiples estilos. Eso fue Karl Lagerfeld, y por eso su paso por Pierre Balmain, Jean Patou, Chloé, Fendi, Chanel, e incluso la firma de moda masiva H&M (2004). De allí que, por su promiscuidad estilística, sarcásticamente, se declara «ninfómana de la moda».

 

 

Aunque transitando hacia esa una nueva visión de la figura del diseñador, aprendió el oficio, como explica la crítica de moda Cathy Horyn refiriéndose a Valentino, de aquellos que lo habían aprendido por allá por los años veinte. Al respecto y comparándose con los diseñadores jóvenes, decía Lagerfeld:

«son simpáticos, pero carecen de maestría técnica. Valentino y yo mismo sudamos la camiseta muchos años; él en Dessès, y yo, en Balmain. Y siempre tuvimos claro que no trabajábamos allí para ser críticos de arte, sino para aprender el oficio».

Por eso se afirma que con su muerte termina una era, la de los diseñadores formados en la vieja guardia de la alta costura, ya que Valentino se ha retirado.

Su experticia como intérprete de estilos cobró transcendencia internacional ya en los años setenta por su trabajo para Chloé y Fendi. Pero fue en Chanel donde, como por influjo de aquella mítica mujer, hizo su máxima invención, al igual que ella: una imagen de sí mismo apta para convertirse en sello distintivo y lucrativa mercancía.

Cuando llegó a Chanel, escribe el periodista Javier Arroyello, se mostraba «como el médico de urgencias que [] rejuveneció el famoso traje Chanel, el desfallecido uniforme de las grandes bourgeoises». También rejuveneció el resto de figuras indumentarias que componen el estilo Chanel; una ilustración suya de 1991 muestra bajo qué lógica lo hizo, citando a Goethe:

«Forjar un mejor futuro con los elementos ampliados del pasado».

 

 

En esa misma ilustración aparece lo que incorporó a su imagen como figuras que dieron identidad a la construcción de su personaje: abanico, gafas oscuras y cámara fotográfica. Sin embargo, llegó decir que no planeó el personaje que fue; sino que este era fruto de una serie de evoluciones al azar.

No era algo que hubiera meditado mucho tiempo. Su imagen llegaría a materializarse hasta en cotizado llaveros y calcomanías, y eso hace honor a su sarcasmo que reza: «Soy un label ambulante. Debería llamarme Labelfeld no Lagerfeld». Su popularidad, le valió ser imagen publicitaria del tránsito francés cuando en 2008 invitaba a acatar las normas de seguridad en la vía con un Lagerfeld usando chaleco amarillo y diciendo: «Es amarillo, es feo, no sale con nada; pero puede salvarle la vida».

 




 

Nunca la imagen de un anciano fue tan codiciada; y más por lo por los jóvenes, eso es genialidad porque habitamos un mundo donde humanos desprecian a otros humanos por cosas tan humanas como pasar de 29 años biológicos.

Ni siquiera los alaridos que hasta desde Suramérica visceralmente le calificaban de misógino o fascista, lograron oscurecer la rentabilidad de esa su principal invención, es decir, el «label» que llegó a ser. ¡Muy complejo eso de pasar por los filtros morales de hoy a las reliquias del siglo XX! Puede resultar una tarea algo ingenua, máximo si se tiene en cuenta que, como parte de esa invención que era, al señor Lagerfeld le encantaba que la gente pensara que era una mala persona.

 

March, 5, 2013 photo of German fashion designer Karl Lagerfeld

FILE – A Tuesday, March, 5, 2013 photo of German fashion designer Karl Lagerfeld acknowledging applause at the end of his Fall/Winter 2013-2014 ready to wear collection for Chanel presented in Paris. Chanel’s iconic couturier, Karl Lagerfeld, whose accomplished designs as well as trademark white ponytail, high starched collars and dark enigmatic glasses dominated high fashion for the last 50 years, has died. He was around 85 years old. (AP Photo/Christophe Ena, File) France Obit Lagerfeld

 

Como diseñador, concibió su oficio como un gozo para sí mismo. Su prodigiosa memoria fotográfica, como lo evidencia el documental Karl Lagerfeld Sketches His Life, era un cúmulo de incontables referentes para su trabajo. Su único disco duro era su propia cabeza, «y eso está muy bien, porque así lo puedo llevar a todas partes conmigo», dijo. Trabajar se le había convertido en un lujo porque lo hacía bajo sus propios términos y a carta abierta.

Pensaba que «el objetivo de la moda es que la gente se sienta bien», pues no se trataba «de expresar el sufrimiento y la desdicha del mundo con tafetanes». Así que le apostaba a que sus creaciones fueran un gozo para los demás o al menos para aquellos pocos que podían permitírselas. Como Chanel, odiaba cualquier discurso intelectual sobre la moda y le «parecían aburridos y ridículos» esos esos diseñadores que se toman demasiado en serio así mismos porque si bien diseñar vestidos es importante, no era algo así como pedirle a Kierkegaard que filosofara.

Finalmente, coherente como fue entre sus declaraciones y actuar público, nunca escribió sus memorias porque su biografía, decía, apenas la estaba viviendo, y le horrorizaba «sobrecargar a la gente con memorias, pues cuando algo se acaba, no hay que darle más vueltas».

Expresó su admiración por los animales salvajes porque se escondían para morir y, en ese orden, decidió apartarse del ojo público ante la inminencia de su partida por enfermedad y caducidad biológica; sin mucha pompa fúnebre para que quedara la imagen de un Karl Lagerfeld mítico y legendario. El káiser KARL.

 

Créditos imágenes

01 Karl Lagerfeld a sus 21 años posa junto a su diseño presentado en el concurso del Secretariado Internacional de la Lana. París, 1954. © Getty Images.

02. Elementos de identificación de Chanel. Por Karl Lagerfeld, 1991. © Archivo Chanel.

03. Karl Lagerfeld publicitando el acatamiento de las normas de seguridad en la vía. 2008.

04. Autorretrato. Por Karl Lagerfeld, 2013.




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