S
í, Jbalvin le ha dado forma a un género que se ha devorado las vísceras del mundo entero. Su vibra, esa palabra que tanto usa y que parece bautizar su universo sonoro, se ha colado efectivamente, en las culturas más ajenas al ritmo, en las sociedades más parcas, menos bailarinas.
Pero de la mano de ese fenómeno cultural del reggaeton, Balvin ha creado una personalidad que ha sabido traducir en una estética. “Yo no soy un ícono de la moda, soy un ícono de la personalidad”, dice el cantante con la convicción de que lo suyo -la música y ahora la moda-, no son fines en sí mismos, sino meros medios para traducir su interior. Mecanismos, según dice él, para hacer que lo latino gane otro estatus en el mundo.
#JBalvinxGef
Después de coquetear con grandes de la moda, de ser nombrado embajador en Nueva York y sentarse en las primeras filas de diseñadores tan lejanos a la cultura latina como Karl Lagerfeld, Balvin decide dar un paso en avanzada, y comenzando por casa, se une a la marca local colombiana GEF para hacer visible, comerciable y transable esa especialidad que ha hecho que gane devotos no solo en el mundo de la música, sino en el mundo del color y las formas.
En el desfile que presentó en el segundo día de Colombiamoda, Balvin dejó en evidencia cómo la música, que conecta pulsiones profundas y poderosas, puede traducirse en universos de colores encendidos, de juguetones estampados, de referencias callejeras. Balvin creó ropa que parece que confiriera el súper poder de bailar, no en vano, sus mejores modelos fueron bailarines.
En su desfile, la música fue marcando los universos de inspiración, creando un masa en el que el hip hop, tanto de la costa este y oeste de los Estados Unidos, el athleisure, las influencias afro en la cultura americana, los atrevimientos de marcas como Vetemens en la sobre posición de prendas y en la mezcla de texturas, y la pulsión por llevar lo deportivo a caminar en tacones y medias se unen para crear una colección que no solo desafía los límites mismos de la marca Gef, sino los convencionalismos y rasgos conservadores de una moda nacional.
Yo no soy un diseñador, para ser un diseñador hay que estudiar y tengo muchos amigos diseñadores a los que respeto de corazón. Esto fue una colaboración de mi equipo de diseño con el equipo de diseño de Gef
Su colección con Gef, llena de naranjas y verdes, de zapatos de plástico que transparentan los pies, de camisetas con smiles y dinosaurios, no es más que el resultado de un trabajo de equipos. “Yo no soy un diseñador, para ser un diseñador hay que estudiar y tengo muchos amigos diseñadores a los que respeto de corazón. Esto fue una colaboración de mi equipo de diseño con el equipo de diseño de Gef”, explica el artista poniendo en evidencia que, en esta colección, el trabajo de diseño no está relegado a seres anónimos que sucumben ante los mandatos de una celebridad, sino que reconoce que él con su estética y de la mano de diseñadores de mucho talento logran una verdadera colección.
J Balvin ha construido un mundo estético lleno de referencias sofisticadas que pasan de amistades con Pharrell Williams a llevar ropa de la compleja de la casa Margiela, pero no por ello deja atrás su hablado paisa de la barriada, su tumbado latino, su amor por las vírgenes y las cruces, es en ese encuentro de referencias tan diversas y en un punto contradictorias que este hombre crea un estilo, un estilo que parece que muchos podrán aruñar si se acercan a una tienda de Gef.
Porque sí, si algo tiene esta colección es una honestidad irrefutable.
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