LA VISIBILIDAD ES LA EXISTENCIA

¿Q

ué diferencia existe actualmente entre fama y reputación? ¿Cómo distinguir entre aquello que está en boca de todos por causas socialmente desprestigiadas de aquello que merece un mérito importante? Bajo lo establecido por Umberto Eco, antes de su fallecimiento, la delgada línea que dividía ambas instancias se ha desvanecido dando paso a que no exista diferencia alguna.

“Con tal de que alguien nos mire y hable de nosotros estaremos dispuestos a todo”, escribió en su libro De la estupidez a la Locura el afamado filósofo. Actualmente hemos visto cómo el entretenimiento se ha apoderado de las personas y cómo cada individuo es un elemento de entretenimiento, además de una marca personal: si no te reconocen, si no te dan likes, no existes.

“El ojo de la sociedad, el ojo de los otros, al que hay que mostrarle para no caer en el agujero negro del anonimato, en el vórtice del olvido, aun a costa de elegir el papel de tonto… (…) La aparición en la pantalla es el único sucedáneo de la transcendencia y es un sucedáneo al fin y al cabo gratificante: nos vemos (y nos ven)… (…) Que suerte contar con las ventajas de la inmortalidad (aunque sea bastante rápida y transitoria)…”  Umberto Eco en De la Estupidez a la Locura.

 

 

Y es que al leer estas líneas llenas de crítica podemos reflexionar sobre el hecho que querer ser vistos y querer ver la vida de los otros (real o ficticia) nos hace sentir importantes (influencers). Nos hemos convertido y convencido de ser “celebridades de instantes” en las redes sociales, registramos imágenes cotidianas, ridículas, bochornosas o simplemente exhibicionista o decorativas para ser puestas en escena de nuestras vidas y así tener reconocimiento y aceptación social o como Eco menciona Trascender, es decir para existir y ser reales. Los logros personales se miden por número de seguidores y likes y nos encontramos en una constante lucha con nosotros mismos para moldearnos al deseo de los demás, aunque pretendamos ser únicos y diferentes.

La carrera por los números de seguidores, vistas y likes tiene como premio la inmortalidad fugaz, la sensanción de ser Especial, y para ello, lo que cuenta es la exposición en un horario triple A, donde supuestamente hay más gente viéndonos, la vida en redes sociales es como si cada persona fuera un actor de un espectáculo que pasa a veces en tiempo real y a veces se produce de tal manera que debe ser pensado para el show.

Así el dilema de quién soy se resuelve en “¡mira mis redes!” donde las escenografías de momentos perfectos, poses especiales y  filtros determinados y homogéneos definen a los individuos virtualmente activos. ¿Vivimos un mundo de realidades digitales y seres inexistentes?

Actualmente, no es relevante si se habla bien o mal de ti, al fin y al cabo, lo importante es que hablen, la desinformación es la clave, la subjetividad y el valor de la opinión son más fuertes que cualquier otra cosa y los seres humanos solo quieren alcanzar metas (millones de seguidores, aunque sean falsos y/o comprados)  sin cuestionar los medios utilizados para su fin. La visibilidad es la existencia.

Algunos nostálgicos por el pasado nos preguntamos dónde quedan los valores de la humanidad. ¿Dónde queda la aclamación de los logros de personas que con esfuerzo y constancia alcanzaron la reconocida fama = admiración en este mundo donde la ridiculización es una de las normas para tener reconocimiento? Estar en boca de todos es el sueño que prometen las redes sociales, ser un personaje nombrado ante el público que te objetiviza.

Las redes sociales tal vez son una contradicción en sí mismas porque la accesibilidad y la visibilidad son cualidades del mundo actual: democrático/globalizado, sin embargo, estos beneficios comienzan a tener puntos negros que deben ser cuestionados.