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entro de nuestro especial de #madresradicals cerramos con Natalia Carrisoza una mujer que aboga por la crianza relajada y divertida y sin pelos en la lengua habla de lo que le enerva en su blog Ma-Ma-2. Esta mujer afirma que nunca ha tenido claro lo que es como profesional, fue periodista y trabajó en comunicaciones para organizaciones humanitarias, pero siempre ha tenido la fantasía que algún visionario la “descubra” y le proponga el trabajo de su vida.
Fotografía: Camilo Gutier @camilogutier
Ilustración: Natalia Sierra @nataliaminds
Después de vivir 7 años en una casa de campo en Francia y un año en Copenague, llegó a Bogotá para trabajar en proyectos de cooperación y desarrollo, editando textos, haciendo crónicas de viaje o vulgarización científica, aunque también aplica a puestos de bibliotecaria y profesora, pero su ideal es imaginar empresas que le van a producir mucha plata. Natalia es la mamá de Amalia de 8 años y de Gabriel de 2 a quien le encanta escribir, oír podcasts, ir a buscar libros con sus hijos en la biblioteca, correr con el perro, discutir de neomarxismo con su marido, planear las comidas de la semana, cocinar y comer en familia, el campo, las matas y la horticultura; ” me gusta el ruido de la lluvia en los techos de zinc (que sólo se escucha cuando te aventuras en una Colombia que a muchos asusta); los chistes que se inventa mi hija: “En los trancones de Bogotá uno a veces cree que se está moviendo, pero en realidad es la tierra que está”, los besos melosos de mi hijo cuando quiere que lo deje comerse otra granadilla. El momento en que los veo salir por la puerta del colegio y los arrunches familiares en las mañanas de sábado.” Nos cuenta.
Natalia no decidió se madre, pero tampoco le pareció algo que debería cambiar, simplemente la idea venía por defecto en su vida, y por eso no considera que ser madre sea algo especial “esos artículos y videos dulzarrones que todo el mundo va a empezar a compartir este fin de semana sobre cómo ser mamá es “el trabajo más lindo y difícil del mundo” me parecen bobísimos. Pero antes era mucho más cínica y desde que soy mamá empecé a sentirme parte de ese todo llamado humanidad. Antes no sentía conexiones fuertes con el sufrimiento de naciones lejanas o de personas de otros grupos sociales y ser mamá me abrió una puerta a los otros y a la compasión.”
Para esta mamá relajada, despistada y sin lemas en la vida, un día consiste en levantarse, despertar y supervisar la vestimenta de los niños, salir con el perro y llevar a los niños al colegio, mientras su esposo se encarga de los desayunos y de lavar la loza, cuando regresa de correr tiende la cama, trabaja, hace almuerzo y recoge a su hijo, luego vuelve a casa a trabajar otro rato para después llevar a su hija a clase de arte o música o terapia ocupacional, “la nueva onda que recetan los colegios,” sentencia. Luego, bañar a los niños, hacer la cena, leer o ver series… ”Los secretos son tener un marido que hace tanto como yo, vivir con pelos de perro en el piso sin sufrir por no aspirar a diario, no trabajar de fijo o tener una jefe muy flexible, dejar que los niños hagan las cosas solos y ayuden en la casa, nunca hacerles las tareas y aguantarse no ser súperhipermega-exitosa en la vida profesional.”
Para Natalia ser madre debe ser algo placentero que se base en poder vivir y compartir con sus hijos, poder sorprenderse por la independencia y ocurrencias de Amelia y con la ternura de Gabriel, así como sentirse frustrada cuando no hacen caso o son groseros y temperamentales, “cuando me cogen cansada no sé manejarlo y termina en gritos, berrinches y recriminaciones“. Confiesa. Por otro parte, para esta madre, la mayoría de las mamás de su generación se exigen demasiado y quieren que sus hijos hagan todo perfecto, que estén siempre bien peinados y practiquen miles de deportes, y aunque no lo critica, sí cree que no sirve de nada si eso hace que las mujeres sean mamás infelices. “Yo sé que esas madres tan exigidas en realidad son muy inseguras pues les encanta estarme criticando por una bobadas como que el pobre niño tiene manchada la camisa de huevo o la niña llega con el pelo mojado y dizque “se va a enfermar”. Me gustaría que como mujeres fuéramos un poco más solidarias y que en lugar de atacarnos nos riéramos de nuestras propias fallas”.
Al final al preguntarle si se considera una mamá perfecta o imperfecta, contesta con determinación y orgullo: ”Digamos que soy la mejor mamá que existe en el mundo para mis hijos porque soy su mamá. Eso ya es enorme”.
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