E
n pleno barrio Chapinero en una casa patrominio histórico de la ciudad de Bogotá nació un espacio sencillo y sin pretensiones, que tiene por esencia ser “regio”. Con ingredientes nacionales ofrece un menú contemporáneo e innovador que rápidamente y gracias al voz a voz ha ganado muy buena fama y es nuestro nuevo #LugarRadicals del mes. El Chato: un restaurante rolo y contemporáneo con mucha personalidad.
Entusiastas de la buena comida llegan allí por referencia y nadie se va decepcionado, “El Chato” reúne lo mejor de la esencia rola y lo presenta de la forma más moderna posible sin perder esa personalidad tan propia de su chef, en Fashion Radicals hablamos con el mismísimo Chato: José Barbosa que nos contó la historia del restaurante y nos habló también de su pasión por la cocina:
¿Cómo nace el restaurante, cómo se crea esta idea?
Bueno yo llegue a Colombia hace 3 años, antes vivía en Europa y cuando volví inicialmente esto era un centro de producción, yo tenía una empresa de catering para artistas y haciendo esto comencé a experimentar con la comida, como que pasaban cosas por ahí que me iban gustando. Finalmente, por intermedio de una amiga conocí a Alvaro Clavijo mi actual socio, con él discutimos la idea y finalmente le propuse que hiciéramos el restaurante.
¿Cómo fue hacer la transición de catering a restaurante?
Pues inicialmente la idea era hacerlo mucho más sencillo, pero desde que empezamos ha ido evolucionando todo el tiempo ha medida en que hemos tenido más dinero y más tiempo hemos ido arreglando todos los detalles. Sin embargo, desde el principio fue un acuerdo que la gran inversión del restaurante sería la cocina, allí encuentras todo tipo de aparatos sofisticado y la mejor calidad en procesos.
¿Cómo definirías el estilo culinario de El Chato?
Finalmente es una cocina local, con ingredientes locales pero con platos contemporáneos, tenemos todos los estándares modernos gracias a todos esos aparatos que ahora hacen maravillas. Teniendo siempre como invitado de honor al producto y presentándose de forma moderna, no hacemos reinterpretaciones de platos sino que tenemos propuestas nuevas.
¿Cómo fue ese proceso de creación del espacio?
No es un lugar pretencioso, todo lo hicimos nosotros, con nuestras manos y nuestro trabajo, fuimos los diseñadores y arquitectos del espacio, éste es el resultado de nuestra visión, la mayoría de cosas son recicladas, así le fuimos dando su onda. Me encanta la zona por que aquí la gente llega por voz a voz, no es una calle poblada que traiga mucho tráfico, entonces el que viene lo hace porque escucho del restaurante y en los dos meses que llevamos funcionando no nos ha ido nada mal, la gente se ha interesado bastante en el lugar y eso nos ha gustado, todo ha sido muy natural no hemos tenido que ir a buscar nada. Inicialmente queríamos que viniera más gente del barrio, pero la verdad viene más gente por voz a voz, viene más gente interesada en el restaurante que busca algo distinto.
¿Quién es El Chato?
La verdad buscar un nombre para un lugar es complejo, nosotros divagamos en varias ideas que no funcionaron y al final uno de mis ex-socios me lo sugirió porqué yo le digo chato a todo el mundo y todo el mundo me dice chato. Me gustó, tiene coherencia con el área, la casa es patrimonio histórico y claro porque yo también soy súper rolo.
¿Cuál es un plato recomendado?
Todos (risas), pero si me toca escoger yo diría que en cuanto a los entrantes las ensaladas llaman mucho la atención, tenemos una que es de zanahorias que vienen con yogur de cabra, nibs de cacao, son asadas y especiadas, entonces es muy agradable y terminan siendo muy copiosas. También están las sopas que todas tienen guarnición, la crema de chontaduro que trae maní, bollo limpio, tiene queso costeño, amaranto negro y una aceite de chontaduro. Todos nuestros platos son marinados con anticipación aquí no tenemos nada como lomito rápido, nuestros platos no tienen un orden de preparación.
¿Cómo llegaste a la cocina?
Yo siempre cocine, no soy una persona de escuela, pues si estudie cocina un año en Barcelona pero siempre ha sido una cosa más de estar trabajando. Hasta los 28 años fui periodista y artista visual; pero la cocina está desde los 14 años, sin embargo, mi socio Alvaro si tiene mucha más formación, él fue a la Cordon Bleu en París y trabajó en importantes restaurantes.
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