El estilo individual asociado al vestuario resulta ser una especie de armadura que nos permite sortear con seguridad el ataque constante de las tendencias. La práctica del vestir es una manera de comunicar sin palabras. Algo totalmente legítimo en un universo de primeras impresiones en el que validamos nuestra propia imagen junto con la de otros con quienes compartimos intereses en común como la moda.
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