Todo empezó con un piso de hojas e iluminación cálida que nos llevó directamente a un ambiente otoñal, esa lugar donde la imaginación ubica la elegancia y el glamour parisino. Unos segundos más tarde los sonidos de naturaleza, aves y flautas recorrieron el trayecto directo a una aldea, a la jungla o a el extenso desierto de África. Este fue el viaje que presenciamos en el desfile de Renata Lozano, un viaje no solo geográfico sino también al interior de la mujer que la diseñadora quiere complacer, esa que busca una identidad, no una tendencia.
Un look safari sofisticado con estampados africanos y el chantilly en vestidos con un estilo bohemio burgués fueron mezclados con accesorios de placas de bronce bañadoas en oro con cierres de cola de ratón enrrollada lo que le dio un toque étnico al concepto de la propuesta.
La apuesta por la atemporalidad se definió en una paleta de color donde el tono “arequipe” predominó, a veces con tonalidades metalizadas hacia el dorado y otras hacia el cobre. Un paleta de color que se iluminó con acentos verde vibrante y se contrastó con el profundo negro.
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